Agenda de Sadrac

  • Sadrac predica todos los domingos en la Comunidad Cristiana el Bosque a las 5 p.m. Templo de la Iglesia Bautista China en Zapote.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Cuando dos vecinos se pelean

Dos hermanos a veces se pelean. Se pelean por la ropa, por quien entra primero al baño, por quien debe hacer qué, etc. A veces los vecinos se pelean. Se pelean por la basura que se pasa de una propiedad a otra, por la bulla a altas horas de la noche, por fugas de agua que se pasan de un lado a otro, etc. A veces los países vecinos se pelean. Se pelean por inmigración ilegal, por invasión de sus territorios, por desaires diplomáticos, etc.

En estos días, Nicaragua y Costa Rica tienen un conflicto fronterizo que resolver. Es natural que los ciudadanos se involucren en el debate. El fervor patriótico y nacionalista aflora y se manifiesta de varias maneras. Esta situación da que pensar. En las conversaciones afloran conceptos como xenofobia, nacionalismo, patriotismo, etc. Además, cientos de miles de nicaragüenses viven en suelo costarricense. Esto hace que el tema no tenga nada de abstracto y teórico. Esta situación da que pensar. Y ¿con qué insumos piensan los cristianos?

Tres principios bíblicos

¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? (Santiago 4:1). Los cristianos no debemos sorprendernos de que haya pleitos. Los cristianos no debemos de asustarnos de los pleitos. Los cristianos no debemos armar pleitos. Los cristianos no debemos ser parte del problema, sino de solución. El problema no es problema. Los cristianos debemos ser expertos en resolución de conflictos y pleitos.

Aunque los motivos, los propósitos, y las tácticas de los gobernantes no siempre son conocidos en detalle por la población nacional, no por eso los cristianos vamos a ignorar el hecho de que este tipo de conflicto fronterizo que amenaza la seguridad de los pobladores, que amenaza con convertirse en una lucha armada, que amenaza con des-estabilizar la paz social de ambos pueblos, tiene su raíz en el pecado humano. De ahí que los que proclaman que su ciudadanía es la humanidad universal, creyendo que con esto van a alcanzar un punto objetivo desde el cual juzgar a sus compatriotas (costarricenses y nicaragüenses) están equivocados. Hoy es un gobierno que por ambición política atropella los derechos de otro, y mañana será ese otro el que por ambición igualmente atropelle los derechos del primero.

El cristiano no debe dejarse engañar por las apariencias y debe ver lo que hay en el corazón, al estilo de como lo hacía Jesús.

Los ciudadanos costarricenses y nicaragüenses tenemos urgencias que atender: gente sin techo, gente con hambre, gente sin educación, gente sin atención médica, carreteras y puentes inservibles, una agricultura devastada. Cada pleito, conflicto, desavenencia, y problema hay que atenderlo. Pero hay que ponerlo en su debido lugar. Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios (Mateo 5:9). Este es el segundo principio. La pregunta del cristiano no empieza buscando quién tiene la razón (pregunta que no siempre se puede contestar claramente), sino preguntando qué debo hacer para ser sal de la tierra y luz del mundo.

Cuando detectamos odio o xenofobia en nosotros o en nuestro derredor, hay que traerlo a la cruz de Cristo, para que muera. Israel fue extranjero en Egipto, el niño Jesús fue extranjero en Egipto, la iglesia cristiana es extranjera en este mundo. Este mundo y sus sistemas (principalmente los ideológicos) no son nuestro mundo. Aunque creamos que la organización moderna de naciones cumpla una función positiva para el sostenimiento de la vida y la paz mundial, no quiere decir que sea un valor absoluto. En esto tienen razón los que miran a la humanidad como una hermandad más allá de las nacionalidades. ¿Cómo puedo contribuir a la paz y la solución de este conflicto?

Hoy, son cientos de miles de extranjeros que viven en Costa Rica. Si las circunstancias cambiaran en Costa Rica, como por ejemplo, guerras internas, altas tasas de desempleo, pobreza aún más extrema, etc., seríamos los costarricenses que de manera masiva estaríamos dejando este país y buscando una mejor vida en otro. Así es la vida y así ha sido a través de toda la historia de la humanidad.

Un tercer principio tiene que ver con que todos los seres humanos somos iguales, hemos sido creados a la imagen de Dios. La imagen de Dios significa tres cosas. En primer lugar, los seres humanos tienen algo que los diferencia de los animales y los acerca a Dios. Este algo es su voluntad, sus sentimientos, su razón y su dimensión espiritual. En segundo lugar significa que los seres humanos, por su dimensión espiritual, pueden tener conocimiento y comunión con Dios. Esta comunión, aunque rota por el pecado, ha sido restaurada por Cristo Jesús con su muerte en la cruz, haciendo la paz con Dios. En tercer lugar, la imagen de Dios significa que el ser humano ha sido puesto como representante de Dios ante la creación, como mayordomo, como gobernador. Por eso, el ser humano se organiza en sociedades, como naciones, y tiene leyes internacionales, y leyes nacionales, y constituciones, y sistemas de gobierno como las democracias y gobiernos como los tres poderes, etc.

No hay seres humanos mejores y otros peores. Nuestras diferencias nacieron en la historia y los seres humanos somos responsables por esas diferencias, para bien y para mal. Las diferencias no son ontológicas sino históricas: algunos tienen más educación, más riqueza material, otro idioma, otras costumbres, etc. Nada de esto cambia el hecho fundamental que somos iguales porque hemos sido creados por Dios a su imagen y semejanza. De igual manera, el propósito de Dios en Cristo Jesús incluye a todos los seres humanos en cualquier circunstancia histórica en que nos encontremos.

El árbol de la vida que estaba en la primera creación y en el huerto del Edén, también estará en la nueva creación y en la nueva Jerusalén, y sus hojas son suficiente para sanar a las naciones (Apocalipsis 22:2). Oremos por los gobernantes para que actúen con sabiduría. Oremos para que las fuerzas de maldad sean detenidas y que el reino de Dios venga y su voluntad sea hecha aquí en la tierra.

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Pastor de CCEB y Profesor del Seminario ESEPA. Ver más información en www.esepa.org