Agenda de Sadrac

  • Sadrac predica todos los domingos en la Comunidad Cristiana el Bosque a las 5 p.m. Templo de la Iglesia Bautista China en Zapote.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Cuando dos vecinos se pelean

Dos hermanos a veces se pelean. Se pelean por la ropa, por quien entra primero al baño, por quien debe hacer qué, etc. A veces los vecinos se pelean. Se pelean por la basura que se pasa de una propiedad a otra, por la bulla a altas horas de la noche, por fugas de agua que se pasan de un lado a otro, etc. A veces los países vecinos se pelean. Se pelean por inmigración ilegal, por invasión de sus territorios, por desaires diplomáticos, etc.

En estos días, Nicaragua y Costa Rica tienen un conflicto fronterizo que resolver. Es natural que los ciudadanos se involucren en el debate. El fervor patriótico y nacionalista aflora y se manifiesta de varias maneras. Esta situación da que pensar. En las conversaciones afloran conceptos como xenofobia, nacionalismo, patriotismo, etc. Además, cientos de miles de nicaragüenses viven en suelo costarricense. Esto hace que el tema no tenga nada de abstracto y teórico. Esta situación da que pensar. Y ¿con qué insumos piensan los cristianos?

Tres principios bíblicos

¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? (Santiago 4:1). Los cristianos no debemos sorprendernos de que haya pleitos. Los cristianos no debemos de asustarnos de los pleitos. Los cristianos no debemos armar pleitos. Los cristianos no debemos ser parte del problema, sino de solución. El problema no es problema. Los cristianos debemos ser expertos en resolución de conflictos y pleitos.

Aunque los motivos, los propósitos, y las tácticas de los gobernantes no siempre son conocidos en detalle por la población nacional, no por eso los cristianos vamos a ignorar el hecho de que este tipo de conflicto fronterizo que amenaza la seguridad de los pobladores, que amenaza con convertirse en una lucha armada, que amenaza con des-estabilizar la paz social de ambos pueblos, tiene su raíz en el pecado humano. De ahí que los que proclaman que su ciudadanía es la humanidad universal, creyendo que con esto van a alcanzar un punto objetivo desde el cual juzgar a sus compatriotas (costarricenses y nicaragüenses) están equivocados. Hoy es un gobierno que por ambición política atropella los derechos de otro, y mañana será ese otro el que por ambición igualmente atropelle los derechos del primero.

El cristiano no debe dejarse engañar por las apariencias y debe ver lo que hay en el corazón, al estilo de como lo hacía Jesús.

Los ciudadanos costarricenses y nicaragüenses tenemos urgencias que atender: gente sin techo, gente con hambre, gente sin educación, gente sin atención médica, carreteras y puentes inservibles, una agricultura devastada. Cada pleito, conflicto, desavenencia, y problema hay que atenderlo. Pero hay que ponerlo en su debido lugar. Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios (Mateo 5:9). Este es el segundo principio. La pregunta del cristiano no empieza buscando quién tiene la razón (pregunta que no siempre se puede contestar claramente), sino preguntando qué debo hacer para ser sal de la tierra y luz del mundo.

Cuando detectamos odio o xenofobia en nosotros o en nuestro derredor, hay que traerlo a la cruz de Cristo, para que muera. Israel fue extranjero en Egipto, el niño Jesús fue extranjero en Egipto, la iglesia cristiana es extranjera en este mundo. Este mundo y sus sistemas (principalmente los ideológicos) no son nuestro mundo. Aunque creamos que la organización moderna de naciones cumpla una función positiva para el sostenimiento de la vida y la paz mundial, no quiere decir que sea un valor absoluto. En esto tienen razón los que miran a la humanidad como una hermandad más allá de las nacionalidades. ¿Cómo puedo contribuir a la paz y la solución de este conflicto?

Hoy, son cientos de miles de extranjeros que viven en Costa Rica. Si las circunstancias cambiaran en Costa Rica, como por ejemplo, guerras internas, altas tasas de desempleo, pobreza aún más extrema, etc., seríamos los costarricenses que de manera masiva estaríamos dejando este país y buscando una mejor vida en otro. Así es la vida y así ha sido a través de toda la historia de la humanidad.

Un tercer principio tiene que ver con que todos los seres humanos somos iguales, hemos sido creados a la imagen de Dios. La imagen de Dios significa tres cosas. En primer lugar, los seres humanos tienen algo que los diferencia de los animales y los acerca a Dios. Este algo es su voluntad, sus sentimientos, su razón y su dimensión espiritual. En segundo lugar significa que los seres humanos, por su dimensión espiritual, pueden tener conocimiento y comunión con Dios. Esta comunión, aunque rota por el pecado, ha sido restaurada por Cristo Jesús con su muerte en la cruz, haciendo la paz con Dios. En tercer lugar, la imagen de Dios significa que el ser humano ha sido puesto como representante de Dios ante la creación, como mayordomo, como gobernador. Por eso, el ser humano se organiza en sociedades, como naciones, y tiene leyes internacionales, y leyes nacionales, y constituciones, y sistemas de gobierno como las democracias y gobiernos como los tres poderes, etc.

No hay seres humanos mejores y otros peores. Nuestras diferencias nacieron en la historia y los seres humanos somos responsables por esas diferencias, para bien y para mal. Las diferencias no son ontológicas sino históricas: algunos tienen más educación, más riqueza material, otro idioma, otras costumbres, etc. Nada de esto cambia el hecho fundamental que somos iguales porque hemos sido creados por Dios a su imagen y semejanza. De igual manera, el propósito de Dios en Cristo Jesús incluye a todos los seres humanos en cualquier circunstancia histórica en que nos encontremos.

El árbol de la vida que estaba en la primera creación y en el huerto del Edén, también estará en la nueva creación y en la nueva Jerusalén, y sus hojas son suficiente para sanar a las naciones (Apocalipsis 22:2). Oremos por los gobernantes para que actúen con sabiduría. Oremos para que las fuerzas de maldad sean detenidas y que el reino de Dios venga y su voluntad sea hecha aquí en la tierra.

domingo, 17 de octubre de 2010

La biografía autorizada de Jesús: Este sí es mi hijo

La película Changeling cuenta la historia de una madre cuyo hijo desparece de un pronto a otro. La madre comienza una búsqueda incansable. A los cinco meses la policía le presenta un niño que, según ellos y según el propio niño, es su hijo. Pero la madre cree y piensa que ese niño no es su hijo, pero es presionada a aceptarlo. En varios momentos de desesperación, ella grita: ¡tú no eres mi hijo, tú no eres mi hijo! El niño repetidamente afirma ser el hijo de ella.

Igual que el niño Changeling, el niño Jesús de doce años se presenta a sí mismo como el hijo del Padre celestial. “No saben que tengo que estar en la casa de mi Padre” pregunta el niño (Lucas 2:49). Los judíos querían matar a Jesús porque “llamaba a Dios su propio Padre, con lo que él mismo se hacía igual a Dios” (Juan 5:18). Pero a diferencia del niño Changeling, que era un fraude, el Padre celestial, en el bautismo de Jesús exclama: ¡Este es mi hijo amado! (Mateo 3:17). Él no tenía dudas. Jesús tampoco tenía dudas y además tenía pruebas de ser el hijo de Dios.

Los changeling de este mundo (impostores) son obra del diablo. Él es el changeling por excelencia. Se presenta como ángel de luz, se presenta como el que mejor representa los intereses de las personas, como el que quiere ayudarles. El diablo crea un mundo para las personas y les hace creer que ese es el mejor mundo (él es el Dios de este siglo). En este mundo creado por el diablo, las personas llaman bueno a lo que es malo. Obviamente el diablo no podría hacer esto si no fuera con el consentimiento de las personas. Y es que las personas también tienen instintos, necesidades, deseos, sueños, propósitos, etc., pero sin saber qué es lo mejor. El diablo, más sabio y poderoso que el ser humano lo manipula para sus propósitos. Por eso quiso hacer lo mismo con Jesús.

El diablo, fiel a su naturaleza manipuladora y acostumbrado a buscar sus fines a través de las personas, se acerca a Jesús para confundirlo, para engañarlo, para usarlo, para embaucarlo, esto es, presentarse como amigo de Jesús y ayudador en los propósitos y metas que Jesús tiene. Porque el diablo domina más cuando está en las sombras, como el poder detrás del trono.

si eres hijo de Dios… si eres el hijo de Dios… si eres el Hijo de Dios

El diablo quiere ver los documentos de identidad de Jesús. Con que eres hijo de Dios, con que te acaban de nombrar hijo de Dios, muéstrame ahora qué puedes hacer. El diablo tiene un concepto del significado de ser hijo de Dios. Curiosamente, las personas compartimos más los puntos de vista de Satanás que los de Dios. Porque a través de todo el Evangelio, líderes religiosos, entre otros, le andan pidiendo a Jesús que demuestre claramente su identidad a través de milagros y pruebas indubitables.

El diablo piensa con las siguientes ecuaciones:

Hijo de Dios ≠ debe pasar hambre
Hijo de Dios ≠ debilidad
Hijo de Dios ≠ postergar necesidades personales
Hijo de Dios ≠ pasar cosas malas
Hijo de Dios ≠ sin auxilio divino
Hijo de Dios ≠ sin reinos
Hijo de Dios ≠ sin gloria

Hijo de Dios = poder
Hijo de Dios = todas las necesidades satisfechas
Hijo de Dios = atrevido
Hijo de Dios = ayuda inmediata de Dios
Hijo de Dios = todos los reinos de la tierra

Satanás no piensa en los medios. No piensa en Dios y su voluntad. No considera el propósito de Dios. No considera las necesidades más profundas del ser humano. No teme a Dios. No le da el honor a Dios, sino que se centra en el ser humano.

Jesús sabía quién era él y además, conocía a su Padre celestial. ¿Conoces al Padre celestial? ¿Sabes quién eres? Jesús vivía de acuerdo a las siguientes convicciones, que son principios de vida:

1. No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios
2. No pongas a prueba al Señor tu Dios
3. Adora al Señor tu Dios, y sírvele solamente a Él.

¿Son éstas también convicciones de nosotros? ¿Expresan nuestra vida estas convicciones?

Si le prguntamos a Dios, si somos su hijos, ¿qué contestaría el Señor? Diría: "Este es mi hijo amado"?

domingo, 10 de octubre de 2010

La biografía autorizada de Jesús: De tal palo, tal astilla

En Julio de este año estuve en Oaxaca, México. Ellos tienen allí algo que llaman el árbol del Tule. He traído unas fotos para hacernos una idea. Leamos la leyenda que tienen a la par del árbol: Edad, más de 2,000 años; grosor más de 50 metros; altura 42 metros. Realmente es un árbol impresionante. Lo que a mí más me impresiona son los dos mil años que dicen que tiene. También en esa región de México tienen ruinas de palacios de los jefes indígenas que datan de hace más de dos mil años. Eso también me impresionó: caminar en las ruinas y sobre ruinas de pueblos que han vivido allí por miles de años. Y todavía, los descendientes de esos pueblos continúan viviendo allí. Esa conexión entre el presente y el pasado, esa conexión entre una comunidad antigua y una presente me impresiona sobremanera.

Con el árbol se hacen varias analogías en la Biblia para enseñar verdades del reino de Dios. El cristiano o justo es como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo y su hoja no cae, cuando se aparta del mal y medita día y noche en la Palabra de Dios (Salmo 1).

En el árbol que es Jesús, los cristianos somos ramas que debemos estar unidos al árbol para llevar fruto (Juan 15).

Con el árbol hoy en día se alude a los antepasados, se dice, árbol genealógico. ¿Cuál es su árbol genealógico? ¿Hasta qué generación conoce usted de sus antepasados? ¿Qué tan importante son los antepasados de uno? ¿Qué tanto la identidad de una persona está ligada a sus antepasados?

Jesús sería un total desconocido para nosotros sin su árbol genealógico. Otra manera de decirlo, el desconocimiento actual que los cristianos tienen de su maestro es resultado de desconocer el pasado de Jesús. Pasado alude a tiempo. Esta es una dimensión importante del pasado. Pero pasado también alude a personas, comunidad, a un pueblo, a una estirpe. Me alegra que aquí haya extranjeros y personas que han tenido experiencia viviendo como extranjeros en otro país. Porque una de las maneras más fáciles como comenzamos a hacernos conscientes de nuestra identidad como pueblo, cultura y comunidad es cuando tenemos que vivir en medio de una cultura diferente. “Desahuciado está el que tiene que marchar a vivir una cultura diferente” dice la canción.

La pertenencia a una familia, a una comunidad, a un pueblo son conceptos que han venido perdiendo su importancia en nuestro mundo individualista. Y seguramente esta es una de las razones del desconocimiento que los cristianos tienen de Jesús. A él no se le puede conocer, sino se conoce a su familia, a su árbol genealógico.

Puede sonar un poco aburrido eso de árbol genealógico. Seguramente por eso pocos leen la genealogía de Mateo 1:1. Sin embargo, en Mateo 1 tenemos raíces que transmiten una sabia de vida. La genealogía de Cristo no es solamente suya, también la es de todo verdadero cristiano. Gálatas 3:29 lo dice: “Si ustedes pertenecen a Cristo, son la descendencia de Abraham y herederos según la promesa”.

Tres Significado de la genealogía de Cristo

1. Dios se identifica con un pueblo y su historia. La encarnación no es un mito, sino una historia. No comienza con la concepción virginal, comienza con el llamamiento de Abraham. No es un accidente, Dios tiene control de la historia.
2. Jesús se manifiesta como un transformador de valores y realidades humanas. El hecho de ser judío no elimina la realidad de que haya no judíos en sus antepasados. En una cultura patriarcal, en donde el hombre es el que transmite la bendición, en los antepasados de Jesús las mujeres son protagonistas.
3. Jesús, quien no es solamente hijo de David y de Abraham, sino que también es hijo de Adán (Lucas 3:37), rompe con los engendramientos meramente humanos (él mismo no es engendrado por intermediario humano) y a partir de él, habrá engendramientos que no son por voluntad de varón, sino de Dios (Juan 1:13). Marcos 3:31-34 nos explica las bases de una nueva humanidad, de una nueva familia, de un nuevo pueblo, de un nuevo reino.

¿Quién es Jesús?

Es el hijo de Abraham y el Hijo de David. Es la explicación del significado y propósito del llamado de Abraham y es la realización de la promesa hecha a Abraham: en ti serán benditas todas las familias de la tierra.

¿Quiénes somos nosotros?

Hay dos planos de la existencia e identidad de las personas. En esta vida, hay que confesar a Cristo y confesarnos cristianos. Sin embargo, hay que saber que cuando decimos, “creo, Señor”, tenemos que añadir inmediatamente, “ayuda a mi incredulidad”. Porque, en el otro plano, en la presencia de Dios, Jesucristo es el que nos confiesa delante del Padre celestial, cuando nosotros le confesamos en la tierra. La confesión que Jesucristo hace a favor de nosotros es lo que somos. “Tú me has dicho quién soy. Tuyo soy”.

viernes, 8 de octubre de 2010

La Palabra salió venciendo y para vencer

Es interesante darnos cuenta del poder de las palabras. Hace años se publicó un libro con el título: lo que dices, recibes. Hay quienes enseñan que hay que confesar las cosas positivas para recibirlas. La psicología nos ha enseñado que la repetición de juicios negativos sobre nuestros hijos va a producir consecuencias graves en su desarrollo emocional. Piense en el poder que tienen las siguientes palabras pronunciadas por la persona correcta en la ocasión correcta: yo los declaro marido y mujer. O cuando Marta Polo dice: voy a dictar sentencia… caso cerrado.

Hay personas que han visto el poder de las palabras como algo mágico y que funciona automáticamente. A este respecto el libro de los Hechos tiene una historia a la vez cómica y atemorizante: “Algunos judíos que andaban expulsando espíritus malignos intentaron invocar sobre los endemoniados el nombre del Señor Jesús. Decían: “¡En el nombre de Jesús, a quien Pablo predica, les ordeno que salgan!” Estos lo hacían siete hijos de un tal Esceva, que era uno de los jefes de los sacerdotes judíos. Un día el espíritu maligno les replicó: “Conozco a Jesús, y sé quién es Pablo, pero ustedes ¿quiénes son?” Y abalanzándose sobre ellos, el hombre que tenía el espíritu maligno los dominó a todos. Los maltrató con tanto violencia que huyeron de la casa desnudos y heridos” (Hechos 19:13-16). El poder que tienen las palabras no funciona automática y mágicamente. Ellas dependen de las personas que las pronuncian y el contexto de las mismas.

Esto es enseñado en la historia bíblica por otra narración de manera tanto positiva como triste. En el contexto de promesa y pacto que Dios venía desarrollando con Abraham y su descendencia, la bendición prometida no se cumpliría en cualquier descendiente (digamos, Ismael, hijo de Abraham), sino que la bendición prometida sería recibida a través del descendiente escogido por Dios. En ese contexto, Isaac, hijo de Abraham, quiere pasar la bendición prometida a su hijo primogénito Esaú. ¿A quién más le iba corresponder sino al hijo mayor? Sin embargo, Rebeca, la esposa de Isaac, y su hijo menor, Jacob, engañan a Isaac. Jacob se hace pasar por su hermano Esaú e Isaac, erróneamente desde su punto de vista, bendice a Jacob pensando que es Esaú. Para ellos (aunque no necesariamente para nosotros), esta bendición oral era definitiva y era irrevocable. Cuando el engaño es descubierto, es demasiado tarde. “Al escuchar Esaú las palabras de su padre, lanzó un grito aterrador, y lleno de amargura le dijo: ¡Padre mío, te ruego que también a mí me bendigas!... Y Esaú insistió: ¿Acaso tienes una sola bendición, padre mío? ¡Bendíceme también a mí ¡Y se echó a llorar” (Génesis 27:1-40).

Pero el ejemplo de ejemplos, y modelo de modelos es Dios. La palabra de Dios sí es poderosa, porque Dios es poderoso. Él dijo y así sucedió. Dios creó los cielos y la tierra por medio de su Palabra. Este es el poder por excelencia. El poder de Dios se muestra no en su fuerza física, sino en que Él logra las cosas “con solo hablar”. Por eso dice la Escritura que Jesucristo vence a su enemigos con la espada afilada que sale de su boca, con esta espada herirá a las naciones, y los enemigos son exterminados por la espada que sale de su boca (Apocalipsis 19: 11-21). Por esta palabra poderosa Dios da vida a los muertos y llama las cosas que no son como si ya existieran (Romanos 4:17).

Considérese los siguientes dos pasajes que hablan del poder y efectividad de la Palabra de Dios:

Isaías 55: 10-11

Así como la lluvia y la nieve descienden del cielo, y no vuelven allá sin regar antes la tierra y hacerla fecundar y germinar para que dé semilla al que siembre y pan al que come, así es también la palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo deseo y cumplirá con mis propósitos.

Hebreos 4:12

Ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón.

Qué gran sorpresa es escuchar, entonces, de labios de Jesús, que la palabra de Dios que es sembrada por el sembrador, puede ser robada por el diablo de los corazones de las personas, que esta palabra no da fruto en personas que no tienen raíz, que las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida ahogan la palabra de Dios (Lucas 8:4-15; Mateo 13). ¿Pero cómo? ¿Y qué pasó con el poder de la Palabra de Dios?

Qué gran sorpresa es saber que la palabra de Dios a veces parece totalmente débil ante la voluntad de las personas. Este es el significado de las frases “aunque miren, no vean; aunque oigan, no entiendan”. En este sentido el Evangelio de Mateo lo expresa mejor, porque explica que la Palabra es robada por el diablo porque las personas no entienden. Y termina diciendo que las personas que dan fruto son las que entienden la palabra.

Los mares y lo vientos obedecen al Señor porque ellos no tienen conciencia; no tienen nada que entender. Pero con el ser humano, cuando Dios habla, tiene que entender. Si no entiende, no puede responder.

Los del camino, son personas, dice Jesús. La característica de un camino es que no es buena tierra para ser sembrada porque la tierra está demasiado pisoteada, o se han puesto ladrillos, y pasan demasiadas cosas por el camino que no dan el tiempo suficiente para que germine y crezca la semilla. Nuestros caminos modernos están asfaltados, se ha echado piedra en ellos, o se ha puesto concreto. Además, ¡tienen muchos huecos¡ En un camino uno siempre está de tránsito, uno no vive en el camino sino que va. El camino es un medio y no un fin.

En la vida moderna hay personas que son literalmente un camino para otras. Piense en el trabajo de la operadora del 113, los cajeros de los bancos, los call centers, o lo que comúnmente llamamos una pata en algún lugar, y hay hasta doctores que son un camino y se comportan como tal. Hace unos meses llevamos a mi hija al doctor. Mi esposa y yo nos quedamos admirados que la examinó como 30 segundos nada más y en base a eso nos dio toda una explicación de qué era lo que tenía. Era un genio ese doctor.

La gente que es camino no tiene tiempo para meditar, para entender, para profundizar. Lo quieren todo rápido. Todo automático, todo preparado.

Los que son piedras deben entender que a menos que la palabra penetre y eche raíz no se va poder permanecer. Que la alegría momentánea de conocer al Señor debe traducirse en una vida de perseverancia para estar de pie ante las pruebas.

Los espinos deben de entender que la vida cristiana no es compatible con otras vidas: preocupaciones, riquezas y placeres.

¿Qué clase de terreno es usted?

domingo, 11 de abril de 2010

El Servicio Cristiano

De las veinte acepciones que tiene la palabra “servicio” en el diccionario de la lengua española, solamente tres parecen relacionarse con el uso que hacemos los cristianos: acción y efecto de servir, culto religioso, y favor que se hace a alguien. Visto así, es muy poco lo que se puede aprender del servicio cristiano, y tal vez esta sea la razón de que muchos cristianos “no sirvan”. ¿Qué entiende nuestra sociedad por servicio? Básicamente el servicio es algo que se contrata en nuestros días. Al trabajo se le llama servicio. El servicio es pagado y nuestra sociedad consumista nos impulsa a contratar tantos servicios como sea posible. Nuestra sociedad ve con buenos ojos que usted pueda pagar que le laven el carro, que le corten el césped, que le pinten la casa, comer en restaurantes antes que cocinar, etc.

¿Qué debemos entender por el servicio en general y qué debemos entender por el servicio cristiano? ¿Es el servicio algo que se hace o es el resultado de algo que se es? ¿Qué relación hay entre el servicio y el desarrollo personal? ¿Qué lugar ocupa el servicio en la relación de Dios con el ser humano? ¿Es el servicio un fin o un medio? ¿Cómo pensar bíblicamente sobre el tema del servicio?

Nuestro enfoque en este mensaje será proveer una respuesta bíblica a la pregunta de qué es el servicio. Esto de ser bíblico ha preocupado siempre a los cristianos, y con razón, porque la Biblia es la Palabra de Dios. Muchos han entendido esto como poder citar algún o algunos pasajes bíblicos que se refieran al tema y se han dado por satisfechos con este enfoque. Sin embargo, hay un camino mejor. Aquí yo les muestro un camino más excelente para llegar a ser bíblicos. Básicamente, este camino es seguir la narración bíblica y aplicar al tema de servicio sus principales momentos.

Primer escenario: la creación

El primer escenario de la revelación bíblica es la creación (Génesis 1-2). ¿Qué podemos aprender del servicio mirando los relatos de la creación? Notemos que todavía no ha entrado el pecado a la humanidad y que todavía no se hace necesario un plan de salvación. El mandamiento y bendición de Dios para la humanidad fue: “Tengan muchos, muchos hijos; llenen el mundo y gobiérnenlo; dominen a los peces y a las aves, y a todos los animales que se arrastran”.

Entre las muchas cosas que podemos decir de la creación con respecto al servicio yo rescato lo siguiente: El campo de servicio es el mundo. No hay esfera de la vida humana, personal o social, que no sea apta para servir. Dios ha entregado al mundo al ser humano para que éste lo gobierne. Desde sembrar un árbol y limpiar los ríos hasta alimentar al hambriento y darle techo al extranjero, todas estas son esferas de servicio.

Notemos de paso, sin sacar las consecuencias todavía de esta verdad, que Dios como creador, sitúa al ser humano como encargado de la creación. Esto significa que todo servicio debe ser visto como servicio a Dios y en el contexto de la relación del ser humano con Dios.

Segundo escenario: la caída

El segundo escenario de la revelación bíblica es la caída de acuerdo a Génesis 3. ¿Qué podemos aprender del servicio mirando el relato de la caída? Notemos que la desobediencia humana ha trastornado el plan original de Dios. El ser humano es ahora esclavo del pecado, la muerte se ha introducido, y todo el orden creado, del cual el ser humano había sido hecho responsable, sufrirá las consecuencias.

Entre las muchas cosas que se podrían decir de la caída en relación al servicio yo rescato lo siguiente: Queda claro que el ser humano, separado de Dios, se convierte en dominador de la creación y en dominador de sus semejantes. En lugar de entender su función como mayordomo, se cree dueño y además, hace de sus necesidades un fin último, y por eso, todo lo ordena alrededor de sí, para su provecho.

Al hablar de servicio en un mundo caído, hay que entender que prácticamente no sabemos lo que es eso. En segundo lugar, no faltarán personas que estarán al acecho para aprovecharse del que sirve. En tercer lugar, la persona que sirve también puede hacerlo como un medio y no un fin, pervirtiendo de esta manera la verdadera naturaleza del servicio.

Tercer escenario: la historia de Israel

El tercer escenario de la revelación bíblica es la creación de un pueblo a través de Abraham (Génesis 12 a Malaquías) con el fin de empezar revelar a Dios y de empezar a restaurar la humanidad a una relación con Dios. ¿Qué podemos aprender del servicio mirando a la historia de Israel? Notemos que este escenario, aunque cubre mucho de la historia bíblica, no es autónomo ni completo. Es una fase del plan de Dios que en muchos sentidos es preparación del clímax de su narración y revelación.

De las muchas cosas que se podrían decir de la historia de Israel en relación al servicio, yo rescato lo siguiente: Al igual que con la creación, en este inicio de la salvación, Dios es el que tiene el plan, el diseño, el propósito, el que toma la iniciativa y ubica al ser humano en relación con su voluntad. El ser humano no tiene iniciativa en la clase de servicio y en el modo de servicio. Dios es el que invita y el que abre el espacio.

A diferencia de la creación que llamaba a todo ser humano a servir de manera directa y explícita, en el plan de salvación Dios invita a Abraham y a su descendencia para que le sirvan como instrumentos para alcanzar a otros ser humanos, a otras naciones. De este modo vemos que en el plan de salvación los seres humanos podemos ser medio de gracia, medios que Dios usa para alcanzar a otros. Nacen ministerios como sacerdotes, profetas, reyes, todo el fin de que el testimonio de Dios esté vivo y brillando para que las naciones puedan ver las obras de Dios y su mensaje.

Aprendemos entonces que hay dos modos de servicio: el general, al cual todo ser humano ha sido llamado, y el redentor, que tiene que ver con la comunicación de las obras salvadoras de Dios y su revelación.

Cuarto escenario: la encarnación de Jesucristo

El cuarto escenario de la revelación bíblica es Jesucristo (los evangelios y el Nuevo Testamento). ¿Qué podemos aprender del servicio mirando al relato del cumplimiento de la revelación de Dios y del cumplimiento de la salvación de Dios a favor de la humanidad? Notemos que Jesucristo es la revelación definitiva de Dios, la definitiva palabra de Dios, el mensaje final y el mensaje total de Dios. Pero también Él es el Salvador final, el único y verdadero salvador. No hay otro Salvador. Él inaugura el reino de Dios y crea una nueva comunidad que se llama la iglesia, la cual es su cuerpo.

El creador y salvador, él mismo, es el servidor. Yo estoy entre vosotros como el que sirve, dice Jesús. Yo no he venido a ser servido, sino a servir. En Cristo tenemos mayor claridad del propósito original de Dios. No solamente hemos sido llamados a servir, sino también a reconocer el señorío de Dios en nuestra vida. Amar a Dios es servir a Dios. Servir a Dios es amar a Dios. Hay un sentido en que no se sirve al prójimo, sino a Dios. Toda la vida de un seguidor de Cristo es servicio. No se sirve, sino que se es. Somos servidores de Dios. Téngannos los hombres por servidores de Dios.

Quinto escenario: la consumación de todas las cosas

El quinto y último escenario de la revelación bíblica es la culminación o establecimiento definitivo del reino de Dios en la segunda venida de Cristo. ¿Qué podemos aprender con respecto al servicio cristiano mirando a la esperanza del reino venidero y la esperanza de la venida del rey? Notemos que vivimos entre el “ya y todavía no” del reino de Dios.

Nuestro servicio no es completo, como no lo es nuestro amor. Vamos en camino. Tampoco los frutos del servicio se ven en esta vida. Hay que servir en esperanza. Hay que tener fe para servir. La obra en el Señor no es en vano.

jueves, 18 de marzo de 2010

Nosotros lo hemos dejado todo por seguirte… ¿Qué ganamos con eso?

Mateo 19:27-20:16

Habiendo vivido fuera de Costa Rica durante los años 2000 al 2007, me sorprendió al regresar ver que los mejengueros (jugadores ocasionales de futbol) ya no jugaban en las canchas tradicionales al aire libre, con espacio para equipos de 11 jugadores y gratuitamente. Ahora todo mundo juega en canchas privadas de futbol con espacio para 8 o 5 jugadores por equipo, y pagando el equivalente a 3 y 4 dólares americanos por hora. Este es uno de los nuevos negocios de la última década en Costa Rica. Es curioso que a este tipo de jugador no se le ocurra cobrar por jugar. Al contrario, está totalmente de acuerdo con pagar para jugar una hora. Todo por amor al juego. El sabe que otros cobran millones de dólares por jugar en las ligas europeas por ejemplo. Pero no es así con los mejengueros. Sería ilógico que cuando me mandan a mí el mensaje de texto por el celular invitándome a la mejenga yo contestara: ¿cuánto me van a pagar? Si lo hiciera, no me volverían a invitar.

La explicación de la situación anterior no está en que los mejengueros no jueguen realmente futbol sino otro deporte. Hay diferencias cualitativas físicas, técnicas, tácticas, etc., pero esas tampoco hacen la diferencia que yo ando buscando. ¿Por qué? Porque mi punto no es que no hayan diferencias entre los mejengueros y los profesionales. Mi punto es que sería ilógico que el mejenguero quisiera ser pagado por jugar futbol. Al contrario, el mejenguero paga gustosamente por jugar una hora. ¿Por qué? El tiene claro que este tipo de actividad no es pagada, sino que tiene que pagar. Además, no se queja de pagar porque valora que la dicha de jugar, jugar por jugar, es suficiente paga.

¿De dónde hemos sacado los cristianos que Dios tiene que pagarnos por ser cristianos? ¿De dónde hemos sacado los siervos del Señor que Dios tiene que recompensarnos por nuestro servicio? La Biblia dice que Dios bendice al justo, ¿Qué sería una bendición para alguien que ya tiene la bendición de ser justo? Dios bendice a sus hijos, ¿Qué bendición mayor hay que ser hijo de Dios? Dios nos invita a servirle, ¿Qué bendición mayor hay que servir al lado de Dios en su propósito?

Pedro, en representación de todos los discípulos pasados y presentes, le recuerda al Señor que lo hemos dejado todo. Antes de pasar a la pregunta de Pedro sería bueno asegurarnos de qué hemos dejado nosotros por el Señor. En mi caso, materialmente nunca he dejado nada. Al contrario, Dios me ha dado todo. Es cierto que habiendo entendido el mensaje de la Palabra de Dios, con la ayuda indispensable del Espíritu Santo he tratado de santificar mi vida apartándome de lo malo (cosa que he logrado, en general, a medias; en algunos períodos con más éxito que en otros). Por otro lado, en donde he tenido más éxito es, con la ayuda de su gracia, en rendir mi voluntad a Él. Es cierto también que a los 18 años dejé mi familia por seguir el llamado del Señor. Pero siendo esta experiencia tan común (la de dejar la familia a esa edad) no creo ni que valga la pena recordársela al Señor. Así que, cada quien haga su análisis en relación al planteamiento de Pedro. No dudo que los discípulos de Jesús dejaron las cosas que Pedro menciona. Tampoco dudo que ese sea el caso de algunos de mis lectores. No es el mío. Pasemos a la pregunta de Pedro.

¿Qué ganamos con eso? El esquema de recompensar las acciones o servicios prestados es un esquema muy común en la esfera humana. Me gustó mucho ver un día de estos en una televisión extranjera que estaba pasando un programa de agarrar de maje a las personas (este es un dicho costarricense, que significa agarrar de chancho, o vacilar a las personas). Concretamente presentaba a una persona que como parte de su trabajo transportaba víveres en una bicicleta. Se supone que se le había dañado la bicicleta, estaba en apuros, tenía que hacer la entrega, etc. Todo era un montaje. El propósito era ver si alguien le ayudaba (algún buen samaritano). Lo que me gustó es que, aunque todo es montado, al final, efectivamente le dieron un premio al hombre de buena voluntad que ayudó a esta mujer. Este esquema de recompensar las acciones de las personas es muy común y existe en muchas áreas de la vida, pero no en todas.

Con el ejemplo de los mejengueros he ilustrado que hay personas que juegan al futbol por amor al juego, por la experiencia en sí. No esperan ninguna paga. Al contrario, con gusto pagan por jugar. Hay otras áreas de la vida como por ejemplo la relación entre padres e hijos. Normalmente los padres atesoran para los hijos y no los hijos para los padres. Normalmente un padre o madre se daría por satisfecho o satisfecha con poder proveer para sus hijos y que estos sean personas de bien. Aunque un poco raro, existe en el mundo algo que se llama dar sin esperar recibir.

La contrapregunta que debemos hacer a la pregunta de Pedro es si en el campo religioso es posible, necesario, adecuado, pertinente, aplicar el esquema mérito-recompensa. De que se hace, no hay ninguna duda. El extremo de esta tendencia seguramente está en aquellas religiones en donde la salvación espiritual del ser humano depende del ser humano. Es decir, la salvación es un premio al comportamiento humano o un premio al cumplimiento de los requisitos establecidos por la deidad para las personas. ¿Es esto el cristianismo? Nuestra respuesta la encontraremos siguiendo la respuesta de Jesús a Pedro.

Lo primero que hace Jesús para contestar a Pedro, es llevarlo al final de los tiempos, al tiempo de la renovación de todas las cosas. Al momento cuando el Hijo del Hombre se siente en su trono. Al momento de entrar en la vida eterna. En ese momento, se manifestará la recompensa. No se dice qué, ni cómo. Se asegura diciendo, recibirán cien veces más. Obviamente, Jesús desea asegurar que los que han dejado cosas “por la causa” de Cristo, recibirán recompensa al final de los tiempos. No sería bueno pasar demasiado rápido por la expresión “por mi causa”. ¿Cuál es la causa de Cristo?

Pedro había usado la palabra inclusiva “todo”. Lo hemos dejado todo. Jesús es el que hace un desglose diciendo: casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o terrenos. Si nos atenemos a lo dicho, al final de los tiempos, en la venida de Cristo, los seguidores de Cristo recibirán cien veces más lo que han dejado. Tendremos cien padres, cien madres, cien hijos (si ha dejado uno). Si se dejó una casa por la causa de Cristo se recibirán cien. Si se dejó un terreno, se recibirán cien. Y por si fuera poco, también se recibirá la vida eterna (¡seguramente para vivir mil años en cada una de las casas!). No. Esta no puede ser la interpretación más seria. Lo que Jesús está diciendo es que si vamos a hablar de recompensa, hay que ponerla en perspectiva de lo que es la verdadera recompensa. La recompensa real y definitiva es la que el Señor nos dará cuando su reino sea establecido plenamente. Esta recompensa no puede ser medida en medida humana. Pero sobrepasará cualquier expectativa humana. Reinar con Cristo y la vida eterna son las recompensas definitivas. De por sí, las necesidades materiales de esta vida, es casi seguro, que no aplicarán con la misma urgencia en el reino de los cielos.

El pasaje no nos dice cómo le cayó esta respuesta a Pedro. Pero si no lo animó demasiado, el siguiente dicho de Jesús lo dejó descompuesto: Pero muchos de los primeros serán últimos, y muchos de los últimos serán primeros. Aunque Pedro no haya entendido en su totalidad el dicho de Jesús, estoy seguro que entendió que él y sus compañeros discípulos eran los primeros que serán últimos. Este mismo dicho es repetido al final de la parábola de los trabajadores de la viña (20:16). Esto es un dato muy adecuado para tratar de entender la parábola a la luz del dicho y el dicho a la luz de la parábola. Por eso ahora, dedicamos nuestra atención a ella.

La primera parte de la parábola (Mateo 20:1-7) describe la contratación de trabajadores que hace un propietario de una viña. Estos trabajadores son contratados en diferentes horas del día, unos a las seis de la mañana, otros a las nueve y a la doce mediodía. Otros a las tres de la tarde y un último grupo a las 5 de la tarde. El contrato laboral se establece con los primeros: la paga de un día de trabajo. Con los demás, se insinúa que será lo que sea justo. En esta historia, por lo demás normal (aún para nuestros estándares culturales), se resaltan dos cosas como interesantes. Primero la insistencia de este propietario en contratar obreros. Aparentemente tiene una necesidad inagotable, la cosecha está realmente lista y los obreros son pocos, hay una urgencia porque aparezcan trabajadores, aunque aparezcan a última hora.

La segunda cosa interesante es que solamente con el último grupo contratado, los últimos, se entabla en verdadero diálogo. ¿Por qué han estado aquí desocupados todo el día cuando yo los he estado necesitando tanto? Y ellos contestaron: Porque nadie nos ha contratado. Ellos son los últimos no solamente en sentido cronológico. Son los últimos en sentido cualitativo: nadie los ha querido contratar. Tal vez son muy viejos, tal vez son mujeres, tal vez están enfermos, tal vez están embarazadas, tal vez no tienen los estudios necesarios, tal vez no tiene los papeles en regla, etc. Son los desechados por la sociedad. Al propietario de la viña esas cosas no le importan: vayan a trabajar ustedes también en mi viñedo.

La segunda parte de la parábola (Mateo 20:8-15) tiene que ver con el pago de los obreros al finalizar la jornada. Y esta parte sí que no tiene paralelos en nuestra cultura (ni en ninguna cultura que yo sepa). No hay manera de hacer sentido de esta parte. Los que trabajaron una hora, recibieron el pago de todo un día. Los que trabajaron todo el día, recibieron el pago de todo un día de trabajo. ¿Pero qué es lo que no se entiende en la parábola? Notemos en primer lugar que la justicia de la ley no ha sido quebrantada. Amigo, no estoy cometiendo ninguna injusticia contigo, le dice el propietario a los que reclaman. Si no hay injusticia, ¿qué es lo que se reclama?

Que alguien, en algún momento, sea generoso y pague a un obrero más de lo que ha trabajado, no es una experiencia tan lejana a nosotros para que no la entendamos. A mí mismo, literalmente, me han pagado más de lo que he trabajado algunas pocas veces. Me refiero a casos cuando mi empleador ha querido “bendecirme”. O sea, nosotros tenemos experiencias de recibir gracia inmerecida. ¿Cuál es el problema de los que trabajaron todo el día? En primer lugar se trata de una expectativa que ellos desarrollaron. Al ver que los últimos estaban recibiendo más de lo que merecían, ellos convirtieron esa gracia en ley y la aplicaron a sí mismos: un denario por una hora de trabajo, significa 12 denarios por nuestras doce horas trabajadas. Luego, cuando ellos explican su enojo y frustración con el propietario por haberles pagado solamente un denario (que era lo que habían acordado), aclaran que el propietario los ha “igualado” con los últimos, o sea “los ha tratado como a nosotros”.

Definitivamente, los obreros están pensando (operando) con un esquema de mérito-recompensa. Es este esquema el que convierte esta parábola en un enigma. En otras palabras, el que la hace la paga. Al que hace poco, se le debe pagar poco. Al que hace mucho, se le debe pagar mucho. La prueba de que este esquema es el que está operando es que ellos se sienten ofendidos cuando no se aplica este esquema a todos. El que el dueño haga una excepción, no es permitida, a menos, claro está, de que uno mismo sea el beneficiario de tal excepción.

Como dije antes, el esquema de mérito-recompensa funciona muy bien y mucho en nuestra sociedad. Las leyes del país, y de manera especial, las leyes laborales están para salvaguardar este principio lo mejor posible. Pero eso no constituye la totalidad de la vida humana, como también he ilustrado antes. ¿Opera en el cristianismo el esquema mérito-recompensa? Es probable. ¿Es el esquema dominante? Lo dudo. ¿A cuáles áreas de la vida cristiana se aplicará este esquema y cuáles no? ¿Cómo saberlo?

El tema planteado por Pedro es el servicio cristiano. ¿Se aplica el esquema mérito-recompensa en el servicio cristiano? Jesús usa el vocabulario de recompensa para cuando el reino de los cielos sea establecido. Aunque este es un lenguaje simbólico, obviamente se afirma que precisamente la vida eterna y la salvación eterna pueden verse como recompensa. No necesariamente de obras particulares, sino de cumplir la voluntad de Dios en esta vida.

En cuanto a la parábola en sí, tenemos que decir que no puede ser entendida a menos que usemos otro esquema o demos inicio a otro esquema que no sea el de mérito-recompensa. Esta parábola corresponde al reino de Dios. En el reino de Dios prevalece la generosidad de Dios. Pero el nuevo esquema que esta parábola da inicio es que el servicio cristiano no es un medio sino un fin. No servimos a Dios para alcanzar un objetivo o recompensa sino que la recompensa es servir a Dios, ser llamado a servir a Dios. Esto en la parábola está enseñado por el hecho que la primera situación a resolver es el desempleo y no la paga. Para el desempleado la primera meta es ser contratado, ser invitado a trabajar. Si esto no convence, piense en los contratados a las cinco de la tarde, que no se han ido a su casa porque no tienen nada que comer. Están creyendo contra esperanza que van a ser contratados aunque sea a última hora. La meta de estas personas es ser contratadas y no negociar una buena paga. Esta es nuestra condición.

Este nuevo esquema de entender la vida cristiana es que ser hijos de Dios no es un medio sino un fin. No somos hijos de Dios para que Dios nos bendiga, sino que la bendición es ser hijos de Dios. ¿Qué se le puede añadir a la calidad de hijo? Buscar el reino de Dios no es un medio sino el fin de nuestras vidas. En la búsqueda del reino de Dios está la felicidad y no que la felicidad sea la bendición que Dios añade al ver nuestra búsqueda. El cristianismo no es un medio sino un fin. Hemos encontrado la perla de gran precio. Hemos encontrado el tesoro escondido. Todas nuestras búsquedas se han acabado porque ya hemos encontrado todo. Ya nada más necesitamos. Ya no hay bendición que pueda ser añadida porque no hay nada que necesitemos ni nada que añadir. ¿Para qué buscar las bendiciones de Dios si tenemos a Dios?

Nosotros le hemos dejado todo. ¡Gloria a Dios! Nada de eso servía para nada. Lo considero basura, dijo Pablo. El que pierde su vida por mi causa, la hallará. ¿Qué ganamos? Pregunta equivocada. Servir a Dios se parece más a ser mejenguero que a ser jugador profesional. En el juego está la recompensa. En servir está la recompensa. Sin embargo, podemos decir, ganamos la vida. Ganamos a Dios. Dios es nuestra herencia. Ganamos lo que no se puede perder y lo que no puede ser quitado. Ganamos porque somos más que vencedores por medio de Cristo, y nadie podrá separarnos del amor de Dios.

miércoles, 17 de febrero de 2010

La parábola del sembrador Mateo 13

Jesús termina esta parábola diciendo el que el que tenga oídos que oiga. O sea, la invitación es a entender y obedecer la parábola. ¿Qué significa esta parábola?

En la interpretación que Jesús da de la parábola se hace claro que él está hablando de la palabra del reino de Dios. También identifica esta palabra como los secretos del reino de los cielos. Esta palabra sobre el reino de Dios es sembrada en los corazones de las personas por el sembrador que es Jesús. Que el sembrador salió a sembrar es un hecho histórico. Que la palabra de Dios o palabra del reino de Dios está siendo predicada es una realidad. La siembra de las buenas noticias del reino de Dios tiene que ser hecha en los corazones de las personas. Lo nuevo de Mateo 13 es que esta semilla/palabra está siendo predicada en parábolas que nadie entiende (en sentido inmediato y superficial, ni por los discípulos, ni por las multitudes), pero en realidad y en sentido profundo, sí está siendo entendida, por unos más (los discípulos) y por otros menos (las multitudes), como se explicará en la parábola del sembrador.

Podríamos decir, que es la realidad de la predicación/siembra descrita en el párrafo anterior lo que genera la parábola de Jesús. O sea, él no está contando la parábola para afirmar el hecho histórico del sembrador, de la acción de sembrar y de la predicación o esparcimiento de la palabra de las buenas nuevas del reino de Dios. Esto es prácticamente asumido en la parábola y es lo que provoca la parábola. Porque la parábola quiere enseñar que cuando la palabra es sembrada en los corazones de las personas, pueden ocurrir muchas cosas, que aquí son resumidas en cuatro. Pero, todas están relacionadas con un hecho fundamental y es, entender la palabra de las buenas nuevas del reino. La pregunta de los discípulos de por qué Jesús habla a las multitudes en parábolas, en ningún momento quiere decir que a ellos no les habla en parábolas, ni significa que ellos sí están entendiendo las parábolas.

Porque lo que aquí tenemos es una relación dialéctica entre forma (parábola) y contenido (los secretos del reino de Dios). El contenido es escatológico, es nuevo, es lo más importante, es lo que somos invitados a entender, porque es lo que dará fruto, lo cual es la meta esperada del trabajo del sembrador. Es este contenido el que los profetas y muchos antiguotestamentarios anhelaron ver y oír. Pero digo que es una relación dialéctica porque no se puede separar el contenido de la forma. El reino de Dios es una parábola, es un acertijo, es un enigma, es un misterio. Pretender que Jesús hable otro lenguaje más directo, más claro, más literal, más concreto, más racional, etc., es pedir una señal, es pedir que también se revele al mundo además de hacerlo en Galilea, es pedir que se tire del pináculo del templo, es pedir que baje de la cruz y que se ayude a sí mismo. La parábola del sembrador nos ayuda a entender el reino de Dios y su eficacia histórica en esta compenetración de contenido y forma del mensaje.

Corazones errantes

Cuando la palabra de Dios es sembrada en un primer tipo de corazones ocurre que no se entiende y el enemigo roba inmediatamente esa palabra. El enemigo no puede detener al sembrador, no puede evitar que la palabra sea esparcida y sembrada. El enemigo no puede cambiar o influir en la buena nueva que es la palabra. Pero sí puede robar la palabra, hacerla inútil, porque trabaja no en el sembrador, ni en la palabra, ni en la acción de sembrar o predicar, sino porque trabaja en el terreno, en el corazón, en las personas.

Precisamente esa es la razón por la cual estas personas y su corazón son llamadas un terreno que son camino. No entienden la palabra de las buenas nuevas del reino de Dios. ¿Qué significa no entender? En realidad aquí entender no significa el problema puntual de no entender lo que le están diciendo a uno (la forma). Aquí el sentido es más profundo y esto lo sabemos por la comparación que Jesús está haciendo entre estas personas y un camino. La palabra o buenas nuevas del reino de Dios son un camino y apuntan al único y verdadero camino. Yo soy el camino dijo Jesús. ¿Qué sucede cuando dos caminos compiten entre ellos? Esto es, si hay dos, tres, cuatro, o cinco caminos y usted viene hablando de otro (las buenas nuevas del reino de Dios), las personas tienen que decidir cuál camino seguir.

Estas personas son caminos en su corazón porque ya conocen un camino o varios, ya han decidido qué camino seguir, ya tienen sus tradiciones, sus valores, sus estilos de vida, su religión, su manera de ser y pensar, ya tienen sus moldes u odres viejos, ya saben, ya entienden. Cuando la palabra del reino es sembrada en los corazones de estas personas, estas personas no entienden. ¿Qué es lo que no entienden? Que hay caminos que al ser humano le parecen correctos, pero su fin es la muerte. No entienden que ancho (por ser muchos) es el camino que lleva a la perdición y que solamente el camino del reino de Dios lleva a la vida.

¿De dónde han salido tantos caminos? No de Dios ciertamente. El ser humano los ha inventado con la asesoría gratuita, voluntaria y oportuna de Satanás. Desde el huerto del Edén, Satanás es el asesor personal de cada ser humano y le susurra al oído lo que debe pensar. Por eso el Señor dice mis pensamientos no son vuestros pensamientos. Así es como Satanás roba la palabra del reino que es sembrada en estos corazones. Estos corazones no entienden que las palabras del reino de Dios son palabras de vida y no de muerte. Que son las únicas palabras que llevan a la vida. Están tan acostumbrados a caminar por los caminos de este mundo, que no pueden imaginar caminos nuevos por los cuales andar. En realidad, prácticamente no tienen oídos para oír.

Corazones superficiales

Hay otro grupo de corazones que cuando oyen la palabra del reino de Dios la reciben con gozo. Son los mismos corazones del grupo anterior, porque, ¿quién no se ha desviado por su propio camino? ¿Quién no ha tenido a Satanás por padre? ¿Quién no ha comido del árbol del conocimiento del bien y del mal? La diferencia es que estos corazones entienden algo de la palabra del reino de Dios. Este entender, los lleva a abrazar el nuevo camino y lo hacen con gozo. Pero estos corazones no han entendido dos cosas: la necesidad de odres nuevos para poner el vino nuevo y las implicaciones del andar por el camino que es Jesucristo. Lo primero Jesús lo llama falta de raíz y lo segundo, tribulación y persecución por causa de la palabra del reino de Dios.

Estos corazones no tienen raíz. Tal vez nunca la han tenido. Una vida sin reflexión es bastante común. Pero, aparte de eso, la falta de raíz es la falla en profundizar en el significado de la palabra del reino de Dios. La palabra del reino de Dios no es solamente un camino nuevo, un vino nuevo, una nueva doctrina, una nueva enseñanza, una nueva manera de vivir, etc. Es un nuevo nacimiento. O sea, es una nueva vida. De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es. El cristianismo no es un medio o camino para alcanzar las mismas metas o fines que ya nosotros teníamos o tenemos. Al contrario, es una nueva vida, una nueva creación. La palabra del reino de Dios no es un medio para alcanzar un fin. Es el fin. Busquen primeramente el reino de Dios y su justicia. ¿Para qué? Para nada. Esa es la vida: buscar el reino de Dios.

El recibir y entender la palabra del reino de Dios significa saber que la vida nueva en Jesucristo no es sin luchas, oposiciones, tribulaciones y persecuciones. Esta parte no fue entendida por los corazones sin raíz. No puede existir raíz en los corazones de piedra. Están endurecidos. Se necesita un nuevo corazón. Uno de carne. Uno en donde el Espíritu de Dios pueda escribir su voluntad en nosotros. Las personas con corazón de piedra, oyen la palabra, la reciben con gozo, pero no se dan cuenta que tienen un problema fundamental. Necesitan un cambio de corazón. El cristianismo no es un barniz, una mano de pintura, un broche de oro a una vida moralmente buena, un cambio de religión, un cambio de amigos. La persona que sigue a Cristo sin un cambio de corazón, tarde o temprano volverá atrás. Algún hermano dejará de saludarlo, algunas canciones serán aburridas en el culto, alguna palabra será demasiado dura de soportar, alguna demanda de Dios será demasiado pesada para cumplirla. Volverá atrás porque la olla de carne en Egipto le parece más adecuada en este momento que el camino por el desierto. El plato de lentejas es mejor que la primogenitura.

Corazones divididos

Hay otro grupo de corazones que son un terreno tan fértil que no solamente la palabra de Dios encuentra cabida sino también la mala hierba. Podemos ver una progresión en estos terrenos/corazones: los corazones que son camino, que son corazones errantes porque siempre andan vagando en sus caminos, ni siquiera permiten que la semilla sembrada germine. Los corazones que son piedras, que son corazones superficiales por tener escasamente tierra, permiten la germinación y crecimiento de la semilla. La reciben con gozo, pero no dura. No hay raíz. En cambio, los corazones que son espinos, que son corazones divididos, permiten el crecimiento y el desarrollo de la palabra de Dios. Ellos aman la palabra de Dios.

El problema es que estos corazones divididos aman también al mundo y las cosas que están en el mundo. Son como Salomón que amó a Jehová, pero al final de su vida, terminó amando las cosas que Jehová aborrecía. Conocen a Dios y creen en Él, pero también tienen otros dioses. Tienen dos señores y pretenden servir a los dos. Estas personas están entre dos amores. Son corazones divididos. Los negocios de la vida y el amor por las riquezas, dice Jesús, ahogan el fruto de la palabra de Dios. ¡Qué palabra más actual! Ahogar.

A algunos nos están ahogando las deudas. A otros nos ahogan las presiones del trabajo. A otros nos ahoga un esposo o esposa dominante. A otros nos ahogan los hijos. A los hijos los ahogan los padres. La escuela ahoga a los padres y a los estudiantes con tanta pedidera. Algunas iglesias ahogan a sus miembros con tanta demanda de actividades, de servicio y de ofrendas. Si algo hace el mundo de hoy es ahogar a las personas. Con tanta experiencia de ahogamiento, los cristianos deberíamos darnos cuenta cuándo y cómo los negocios de esta vida nos preocupan demasiado, al punto que están ahogando la palabra de Dios. Porque quién no necesita trabajar, estudiar, comprar, vender, viajar, etc., etc. Pero eso debe ser puesto en su debido lugar: son medios y no fines.

Las riquezas engañan dice Jesús y al engañar, ahogan la palabra de Dios. La riqueza es un concepto relativo al contexto en donde uno vive y otras cosas más. Por eso las personas deben decidir sobre el referente de la palabra rico. Independientemente de la cantidad asignada a la palabra rico, esas posesiones materiales cobran vida y engañan a las personas. Tienen su propio discurso y su propia lógica. Sobre todo se convierten en fines y no en medios. No se puede servir a dos señores. No se puede servir a Dios y a las riquezas. Las riquezas ahogan la palabra de Dios. ¿Qué tiene que ver la palabra de Dios con los malles (de mall en inglés)? Los malos deseos de la naturaleza humana, el deseo de poseer lo que agrada a los ojos y el orgullo de las riquezas son las cosas que no debemos amar.

Es tiempo de decisiones. Escojan hoy a quién van a servir, dijo Josué al pueblo, pero mi casa y yo serviremos a Jehová.

Corazones entendidos

Hay corazones que son buena tierra. Entienden la palabra y dan fruto. Estos corazones no son diferentes a los corazones anteriores. Son los mismos. Pero hay algo que hace la diferencia. Estos entienden la palabra de Dios. Por entenderla, el diablo no puede robarla. Por entenderla, hay raíz. Por entenderla, las cosas de la vida son puestas en su debido lugar. Por entenderla, hay fruto en abundancia. Aunque son los mismos corazones, el resultado no es el mismo. La diferencia está en oír y entender.

Este entendimiento no es el superficial de captar lo que le dicen a uno. Es el entender profundo y verdadero. Si a usted le explican que el carro que maneja no tiene frenos, y usted decide viajar a Caldera por la carretera nueva, usted no ha entendido. Este es el significado de entender. No es solamente captar lo que se dice, sino decidir de acuerdo al contenido, de acuerdo al mensaje. Si usted encontró un tesoro enterrado en un campo, ¿qué hay que hacer? Comprar el terreno. Si usted es mercader de perlas y encontró una perla de gran precio, ¿qué hay que hacer? Vender todo lo que tiene y comprar esa perla. Si usted sabe que Jesús es el Hijo de Dios que murió por usted y lo llama o la llama a seguirle, ¿qué hay que hacer? Seguirle. Si Jesús tiene toda autoridad en el cielo y en la tierra, ¿qué hay que hacer? Obedecerle.

Jesús no especifica en esta parábola el fruto que produce la palabra de Dios que es sembrada en nuestros corazones. Pero por el Nuevo Testamento sabemos que son frutos dignos de arrepentimiento. El fruto es dar de gracia porque hemos recibido de gracia. El fruto es perdonar porque hemos sido perdonados. El fruto es amar a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. El fruto es amar a los niños, a los más débiles, al pobre, al necesitado. El fruto es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. El fruto es ir por todo el mundo sembrando la semilla de la palabra de Dios. El fruto es llegar a ser sembradores. Sembrador de amor.

¿Entiendes lo que lees?

domingo, 14 de febrero de 2010

Día del amor y la amistad

Lo que antes llamábamos el día de los enamorados ahora lo llamamos el día del amor y la amistad. ¿Qué hemos perdido y qué hemos ganado? ¿Por qué el cambio de nombre? ¿Será que ya las personas no nos enamoramos? ¿Será más importante el amor y la amistad que el anamoramiento?

Hasta donde puedo pensar, el día de los enamorados tenía que ver con el amor entre un hombre y una mujer, o sea, el amor de pareja. El anamoramiento es un fenómeno humano que se da a casi todas las edades. Es una de las razones por las cuales uno empieza una relación de noviazgo y es algo sin lo cual ninguna pareja debería casarse (según mi opinión). Sus bases son psicológicas, biológicas, físicas, y culturales. El enamoramiento está asociado al gusto, al disfrute, a la pasión, a lo bello, al sentimiento y al romanticismo. Nace espontáneamente en la vida del niño y adolescente, y los adultos comprometidos en una relación de pareja luchamos por hacerlo parte de nuestra vida matrimonial.

¿Es el enamoramiento amor? Si atendemos al cómo funciona el idioma español diríamos que sí. La expresión "te amo" en el contexto de pareja dice que uno siente o tiene amor por la persona amada. Aunque no tendría dudas de que el enamoramiento es parte del fenómeno amplio de la sexualidad del ser humano, estoy seguro que no está dominado por la genitalidad y sus necesidades propias. El enamoramiento es más bien un fenómeno mental, afectivo, sentimental, y espiritual. El contacto físico en el enamoramiento no es indispensable. Prueba de ello es que el contacto físico o relación sexual puede darse con o sin enamoramiento. Además, a veces una relación sexual puede echar a perder un enamoramiento.

Por otro lado, cuando pensamos en la amistad, definitivamente estamos entrando a otro terreno. Yo pensaría que por definición una amistad es una relación a largo plazo. También diría que se fundamenta en un verdadero compartir, durante un período suficiente de tiempo, experiencias formativas e importantes para cada uno de los involucrados (experiencias de estudio, trabajo, u otras similares). La amistad implica también una relación de igualdad y libertad. Respeto y admiración recíproca son necesarias en una verdadera amistad.

Cuando venimos al concepto de amor, debemos de reconocer que es un concepto "sombrilla". Cobija muchos sentimientos, ideales, anhelos, experiencias, y relaciones entre las personas. El que sea un concepto complejo nos advierte que no debemos ser dogmáticos sobre su sentido. Un poeta nos dirá que el amor es un gota de agua en un cristal, un paseo largo sin hablar, una fruta para dos. Otro nos dirá que el amor es un lugar de descanso, o dar la vida por otro, porque el amor cuando no muere mata y amores que matan nunca mueren. Otro nos dirá que amar es dejar libre a la otra persona. O que amar es poseer porque lo que amamos lo llamamos nuestro.

El amor es una meta. Es un concepto regulativo. Debe regular todas nuestras acciones y relaciones. Como meta, es la razón de todos nuestros pasos. Nunca poseído, pero siempre buscado. Aún así, puede ser confundido, como en la película Gone with the Wind (lo que el viento se llevó). Pero también puede ser real y claramente entendido y perseguido como cuando se dijo: he acabado la carrera, he guardado la fe, solamente me espera la corona de justicia.

El amor es un concepto creado por el ser humano, el cual, el ser humano no puede dominar. Al contrario, es dominado por él. La razón es que es un nombre, entre tantos nombres, que Adán puso a las cosas. Pero es un nombre que el ser humano pone y quita, propone y se arrepiente. En otras palabras, el amor es un concepto provisional que el ser humano usa para ciertas cosas. Pero luego de un tiempo, se da cuenta que había nombrado mal. La experiencia de Amnón, que se había enamorado de Tamar, es la experiencia de todo ser humano: al amor del ser humano le sigue el odio como resultado (2 Samuel 13). Esto puede sonar muy fuerte, pero yo invito al lector que no lo deseche de buenas a primeras.

Es maravilloso que Dios es llamado amor. Dios es amor. No dice la Biblia que el amor es Dios. Esto último sugeriría que Dios se coloca en el mismo plano humano y propone, como sustituyendo a Adán, que el amor es Dios. En otras palabras, señalando el verdadero referente del amor. Dios no es el verdadero referente del amor. No es mi intención sugerir con estas palabras que el verdadero amor está en Dios. Como si pudiéramos comenzar con el concepto de amor y luego llegar a Dios.

Al contrario, olvidémonos del amor y comencemos a hablar de Dios. Tanto hablar de amor en el mundo es parte de la confusión. All we need is love no es cierto. Implica que nosotros sabemos qué es el amor y no es cierto. Empecemos con Dios. Dios de tal manera amó al mundo que dió a su Hijo unigénito para que todo aquel que en él crea no se piertda, más tenga vida eterna. Dios es amor. El único camino al amor se llama Dios, Jesucristo. Jesucristo es el que nos enseña y nos lleva al verdadero amor. No que el amor sea algo diferente a Jesucristo. Dios es amor. El amor no es un objeto, es una persona. El amor no es una meta a la cual llegamos por nuestros medios o usando los medios de Dios. Llegar a Dios es llegar al amor, porque Dios es amor.

miércoles, 10 de febrero de 2010

El placer es nuestro... la gloria es de Dios

Una distinción que tiene muchos beneficios en la vida es aquella entre los medios y fines. Reconozcamos desde un principio que hay algo de arbitrario en esta distinción o algo de particular y contextual en el asunto. En un momento dado o en cierta situación, algo puede ser considerado un fin y otras veces un medio, o considerado así por otras personas.

Tomenos un ejemplo. Un automóvil generalmente es un medio (de transporte) y no un fin; pero hay algunos que los coleccionan (lo manejan solamente para exposiciones) o sea, es un fin. Supongamos que alguien se casa para formar un hogar y ve el matrimonio como un punto de llegada, es decir, un fin. Habrá alguien que se haya casado "por interés", es decir, el matrimonio tenía un fin ajeno a la naturaleza del matrimonio (conseguir una ciudadanía por ejemplo).

¿Qué tiene que ver esto con el cristianismo? Considero que se manifiesta una verdadera confusión acerca de los fines y los medios en la vida cristiana. Pensemos en el tema del servicio. Una vez Pedro preguntó: Nosotros lo hemos dejado todo, ¿qué recompensa tenemos? (Mateo 19:27). ¿Quién dijo que servir a Cristo es un medio para alcanzar un premio?

Este tema del premio o recompensa está emparentado con este otro de la gloria de Dios. ¿Por qué Dios tiene que ser enfático de que no compartirá su gloria con nadie y que nadie tiene de qué gloriarse porque todo lo hemos recibido de gracia? Porque el ser humano no tiene imaginación para salir de este esquema maldito de obra/recompensa, mérito/premio. Recibir gloria por algo que uno es o hace es recibir un premio. Por eso Dios no acepta tal cosa. Lo contrario es el gozo, el disfrute y el deleite de conocer al Señor, de servirle, de seguirlo, de ser su hijo.

El placer es nuestro, la gloria es de Dios. El placer de conocerle, el placer de tener nuestros pecados perdonados, el placer de ser sus hijos, el placer de servir en su obra, el placer de ser parte de su iglesia, el placer de evangelizar, el placer de haber sido invitados a trabajar en la viña. La gloria por nuestro conocimiento de Dios es de Dios. La gloria por nuestra salvación es de Dios. La gloria por nuestra santidad y buenas obras es de Dios.

El placer es nuestro, la gloria es de Dios.

lunes, 8 de febrero de 2010

El menos malo… ¿es el más bueno?

Este fue el lema de uno de los candidatos presidenciales de Costa Rica para las elecciones de este año 2010. Me parece un lema sumamente ingenioso en la arena política. Ahora que ya pasaron las elecciones, nos damos cuenta que el lema no fue suficiente. Por lo que a mí respecta, quisiera trasladar el lema al plano religioso. Casi me atrevería a adivinar que el lema fue inventado por un “cristiano”. Digo esto porque me parece que los cristianos caen frecuentemente en la confusión religiosa creyendo que “el menos malo… es el más bueno”. ¿Cómo funciona esta confusión?

Primero notemos que a los seres humanos no nos gusta ser “igualados”. Esto lo encontramos en la parábola de los trabajadores de la viña contratados a diferentes horas del día (Mateo 20). El reclamo de los trabajadores que habían trabajado todo el día, es que el dueño o patrón, los había igualado con los que habían trabajado solamente una hora. En plano más anecdótico vemos esta misma actitud en los escolares que no les gusta usar el uniforme escolar y siempre andan buscando maneras de no usarlo o variarlo a su manera. Como dice el dicho, todos somos iguales pero algunos son más iguales que otros.

El mensaje de la gracia de Dios es que todos somos iguales: no merecemos el amor de Dios. Todos somos pecadores y todos los cristianos bebemos de la misma fuente gracia sobre gracia. Esa fuente es Jesucristo (Juan 1). El ser humano, como los fariseos del tiempo de Jesús, no desea ser igualado en lo malo. Ellos preguntan, ¿acaso somos ciegos nosotros también? (Juan 9). Conociendo esta tendencia en el ser humano, Jesús enseña a los cristianos a no juzgarse los unos a los otros. No juzguéis, para que no seáis juzgados (Mateo 7).

Sin embargo, el cristiano enseñado por estas verdades, puede reconocer que es pecador, y a la vez, sentirse o creerse superior a los demás; porque, aunque soy malo, razona, soy el menos malo del grupo. Y si soy el menos malo del grupo, soy el más bueno. Esta actitud es persistente. Pero no es verdadera. Es parte del pensamiento de los seres humanos, pero no es la manera de pensar de Dios (Marcos 8:33). Es la manera de pensar que Satanás inspira en los cristianos (por eso Jesús le dice a Pedro, apártate de mí, Satanás).

Debemos estar alerta para no ser engañados. El menos malo no es el más bueno sino es el más malo. “Si fuerais ciegos, no tendrías pecado” dijo Jesús. El que no quiere reconocerse malo (esto es, enfermo, ciego, pecador, perdido) todavía está en oscuridad y la luz del evangelio y de la gracia de Dios no ha resplandecido en su corazón.

Que no se nos olvide que el menos malo, no es el más bueno, sino que es el más malo.

jueves, 4 de febrero de 2010

“Salvando la vida”

“Salvando la vida”
Marcos 8:31-9:1

La vida y la muerte son el tema de este pasaje. Sin embargo, es un tema que tiene dos aspectos que debemos diferenciar o mejor dicho, tiene dos aplicaciones diferentes pero relacionadas, ya sea que se trate de Jesús o de los discípulos y multitudes.

Con respecto al mismo Jesús, la enseñanza es totalmente clara (8:32). El Hijo del hombre debe sufrir mucho, ser rechazado, y hasta morir; pero, luego de todo esto, resucitará. No se dice por qué esto es “necesario”. Está claro que el mundo, representado por los ancianos, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley, será el responsable por el rechazo y será el agente de la muerte. Cuando el Hijo del hombre llora, el mundo ríe (cf. “I started to cry, which started the whole world laughing”).

Con respecto a los discípulos y la multitud (8:34; esto es, toda la humanidad), es interesante notar que esta enseñanza “clara” de Jesús respecto a sí mismo parece contradecir un hecho asumido como fundamental por todo ser humano: todo ser humano debe luchar por su vida, por vivir y no debe aceptar su muerte pasivamente. Pedro, vocero de los discípulos y de todo ser humano, expresa a Jesús esta preocupación. Le dice: tú también eres un ser humano (eso es lo que significa que sea el Hijo del hombre), eres uno de los nuestros, eres nuestro hermano mayor, eres nuestro maestro y modelo; si nos representas a nosotros, tienes que saber que las personas luchamos por vivir y no aceptamos la muerte pasivamente. Hay algunos, inclusive, que por preservar la vida llegan a hacer cosas ilógicas y ridículas; otros, ante el temor a la muerte o un tipo especial de muerte, aceptan “vivir” en condiciones infrahumanas.

El que quiere reprender al Señor Jesús, sale reprendido. “Tú no piensas en las cosas de Dios sino en las de los hombres”. Pero estas palabras son dichas a Satanás y no a Pedro: “Aléjate de mí, Satanás”. O en otras palabras, a Satanás a través de Pedro, o a Pedro que simbólicamente es llamado Satanás (cf. “a Satanás para que entienda Pedro”). Queda claro de cualquier manera, que Satanás es el mejor “amigo” del hombre. Lo que Satanás ha inspirado en Pedro son los pensamientos de los hombres. Satanás conoce e interpreta el sentir humano. Satanás defiende el punto de vista humano. Lo que llamamos el pundo de vista humano, es el punto de vista que Satanás inspira desde el huerto del Edén en cada ser humano. El ser humano no se da cuenta de esto, porque es esclavo de Satanás, y la costumbre de pensar siempre como piensa, lo lleva a creer que son sus pensamientos.

El pensamiento humano-satánico expresado por Pedro, está equivocado tanto con respecto a Jesús, como con respecto al ser humano. El pensamiento de Dios con respecto a Jesús y al ser humano es diferente (cf. “mis pensamientos no son vuestros pensamientos”). El pasaje no sigue elaborando el tema de porqué Pedro está equivocado con respecto a Jesús, pero sí continúa explicando el tema de porqué la perspectiva de la vida y la muerte humano-satánica está equivocada. La razón es muy sencilla: el que quiere salvar su vida, la perderá.

“Porque el que quiere salvar su vida, la perderá; pero el que pierde su vida por mi causa y por el evangelio, la salvará”. Jesús nos invita a un uso creativo de la imaginación y dejarnos embargar por la paradoja. La vida es una ironía: entre más la buscamos, más la perdemos (cf. “oh, if I'd only seen that the joke was on me”). Jesús nos dice que pensar, dialogar y actuar sobre la vida y la muerte de manera abstracta e independiente, no tiene sentido, y lleva solamente a la pérdida de la misma. La vida y la muerte no pueden ser pensadas y resueltas “desde abajo”. La vida y la muerte no pueden ser resueltas por sí mismas. La vida y la muerte deben ser puestas en relación a la “causa” de Cristo y el “evangelio”. Solamente en relación a Jesucristo, en relación al reino de Dios, en relación a las buenas nuevas del reino de Dios, podemos hablar de salvar la vida, encontrar la vida, perder la vida, y actuar a favor de la vida. Todo pensamiento y diálogo aparte de Jesucristo, no puede ser vida. Aparte del evangelio, nuestro hablar de la vida es solamente un mal chiste que hacer llorar (cf. “I started a joke, which started the whole world crying”).

Alguien podría pensar que la manera de salvar la vida es uniéndose a la causa de Cristo y aceptando su evangelio. Esta sería una lectura sin la imaginación creativa y sin atender a la paradoja que mencionaba anteriormente. El mensaje de Jesucristo no es una manera, entre otras, para lograr los objetivos humanos o mejorar sus condiciones. El evangelio del reino de Dios no es un método o un medio para lograr los fines humano-satánicos. El evangelio es la meta, el destino, la causa (i.e., “our final destination”). Aunque la vida no es un medio, sí debe ser redefinida. La vida es la causa (cf. “para mí el vivir es Cristo”). La vida no es un todo cerrado, sino un todo abierto, se define por lo que se busca (cf. “más buscad primeramente el reino de Dios y su justicia”).

Negarse a sí mismo es negarse a esa mentalidad humano-satánica para dar paso a la mentalidad de Dios. Ese negarse a sí mismo es lo que se llama morir o tomar la cruz. Esta muerte es la que nos hace vivir y que otros vivan (cf. “'Til I finally died, which started the whole world living”). Perder la vida por causa del evangelio significa hacer de la vida una causa, pero no cualquier causa, sino la causa del crucificado, la causa del rechazado, la causa del que sufrió y sufre, la causa del que murió por todos, la causa del reino de Dios, la causa del resucitado, la causa del que hace nuevas todas las cosas, la causa del que conoce los corazones de todas las personas, la causa del que otorga gracia sobre gracia, la causa del que perdona pecados, la causa del que otorga el Espíritu Santo, la causa del que tiene todo poder en los cielos y en la tierra, la causa del que ama, la causa del que busca la oveja perdida, la causa reino de Dios.

Pare de sufrir (cf. “I fell out of bed, hurting my head from things that I'd said”). Pare de buscar la vida en donde no está. Pare de vivir por causas que son añadiduras y no la vida misma. Pare de caminar y correr en la máquina sin llegar a ninguna parte. Si ha buscado en las montañas más altas o a través de los valles, o en la ciudad, o en una pareja; si ha corrido o caminado, si han pasado más de veinte años y todavía sigue buscando (cf. “I still haven´t found what I´m looking for”); ya es hora de que despierten del sueño (Romanos 13:11). Deshágase de todo peso que no es la cruz de la vida. Sigamos al Señor de la vida. Al que tiene palabras de vida eterna. Al que ha venido para que tengamos vida y no muerte. Al que llama las cosas que no son como si fueran. Al que hace milagros y maravillas. Al que puede decirnos quiénes somos y puede cambiar esta tristeza de ser hombres: "Dime Quién eres y por qué me visitas, por qué bajas hasta mí que estoy tan necesitado y por qué te separas sin decirme Tu Nombre… Dime también quién soy y por qué la tristeza de ser hombre” (L. Panero).

Tú me has dicho quién soy. Soy tuyo. Tuyo soy (cf. “Who am I” by Casting Crowns).

domingo, 31 de enero de 2010

El sufrimiento humano y el pecado humano

Tengo que reconocer que la tragedia humana que está viviendo el pueblo Haitiano, cientos de miles de muertos y el dolor y las necesidades de los sobrevivientes, me había motivado a interceder por ellos ante el Padre celestial, pero no a reflexionar. Claro está que actuar, hacer algo, ayudar, contribuir, apoyar, etc., es un paso ineludible para todos los cristianos.

Pero hoy tuve el privilegio de ser dirigido en un estudio por Harold Segura, cuyo artículo se puede leer en lupaprotestante.com, sobre el sufrimiento humano, basado en el pasaje de Lucas 13:1-5. Me parece tan fascinante este pasaje, que he decidido compartir unos pensamientos al respecto.

Las dos preguntas de Jesús son similares: ¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que todos los demás galileos, porque han padecido estas cosas? Esta es la pregunta de Jesús para todos aquellos que piensan, han dicho, o proclaman que la tragedia del pueblo Haitiano se debe a que son más pecadores. La respuesta de Jesús es clara: No, os lo aseguro.

Es bueno notar que la pregunta de Jesús es comparativa. Por lo tanto, concluir que Jesús dice que el pecado de los galileos no tiene nada que ver con sus muertes, no es cierto. Jesús no dice "tanto". Jesús no se pronuncia sobre el tema de la relación del sufrimiento o muerte con el pecado. Jesús sí se pronuncia sobre el hecho de que el sufrimiento y la muerte no es el castigo por ser "más" pecadores que otros. A mi juicio, hay gran distancia entre las dos afirmaciones.

Hay dos extremos, entonces, que este pasaje de Lucas invalida. La afirmación de que a los Haitianos les ha ocurrido esta tragedia por ser más pecadores que otros (esto lo hace por afirmación directa). Y la afirmación que dice que el pecado no tiene nada que ver con la muerte y el sufrimiento de ellos (esto lo hace porque el pasaje no dice nada al respecto. Afirmarlo basado en este pasaje sería un error).

Los judíos del tiempo de Jesús pensaban basados en una metáfora, la metáfora del efecto y causa, que en términos religiosos es la metáfora de la retribución. "El que la hace, la paga". ¿Quién pecó, este o sus padres para que naciera ciego? Dice San Juan 9. Jesús no piensa con la misma metáfora. Ni Lucas 13, ni San Juan 9, expresan preocupación en Jesús por establecer causas. Jesús más bien piensa y opera con la metáfora de la presencia y del propósito.

La metáfora de la presencia es que el reino de Dios ha llegado. Y la del propósito es preguntar, ¿qué quiere hacer Dios en esta situación? La ceguera de nacimiento es "Para que la obra de Dios se hiciera evidente en su vida" dice Jesús en Juan 9. A los que se preguntan por la causa de la tragedia humana en Haití Jesús les dice: "De la misma manera, todos ustedes perecerán, a menos que se arrepientan". Y esta es una oportunidad para que el reino de Dios se manifieste en Haití como nunca antes se ha manifestado.

El ser humano no ha sido llamado a ser juez de nadie. No nos toca medir, cuantificar, el pecado y adjudicar penas. Dios es el juez y él sabrá qué hacer y cómo hacerlo. Todos somos pecadores. Esta es verdad suficiente para contrarrestar ese espíritu inquisitivo de la mente humana. La gracia de Dios es para todos. Dios es justo y bueno. ¿A quién le debe Dios? ¿A quién le ha fallado Dios?

No dudo que las personas que sufren la pérdida de sus bienes materiales, de sus seres queridos, o que su salud se ve quebrantada, se preguntarán dónde está Dios. En circunstancias difícles de la vida, uno a veces "pierde" a Dios de vista. Qué maravilloso es que los cristianos nos acerquemos a aquellos que sufren con nuestras acciones y palabras demostrando dónde está Dios. Como decía Bonhoeffer, "el Cristo en la vida de mi hermano es más fuerte que el Cristo que yo llevo dentro". Cuando nuestro Cristo se hace pequeño, o lo hemos perdido, o no lo sentimos, necesitamos que venga el hermano o hermana a visitarnos y ha hablarnos del Cristo que habita en él o ella.

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Pastor de CCEB y Profesor del Seminario ESEPA. Ver más información en www.esepa.org