Agenda de Sadrac

  • Sadrac predica todos los domingos en la Comunidad Cristiana el Bosque a las 5 p.m. Templo de la Iglesia Bautista China en Zapote.

domingo, 17 de octubre de 2010

La biografía autorizada de Jesús: Este sí es mi hijo

La película Changeling cuenta la historia de una madre cuyo hijo desparece de un pronto a otro. La madre comienza una búsqueda incansable. A los cinco meses la policía le presenta un niño que, según ellos y según el propio niño, es su hijo. Pero la madre cree y piensa que ese niño no es su hijo, pero es presionada a aceptarlo. En varios momentos de desesperación, ella grita: ¡tú no eres mi hijo, tú no eres mi hijo! El niño repetidamente afirma ser el hijo de ella.

Igual que el niño Changeling, el niño Jesús de doce años se presenta a sí mismo como el hijo del Padre celestial. “No saben que tengo que estar en la casa de mi Padre” pregunta el niño (Lucas 2:49). Los judíos querían matar a Jesús porque “llamaba a Dios su propio Padre, con lo que él mismo se hacía igual a Dios” (Juan 5:18). Pero a diferencia del niño Changeling, que era un fraude, el Padre celestial, en el bautismo de Jesús exclama: ¡Este es mi hijo amado! (Mateo 3:17). Él no tenía dudas. Jesús tampoco tenía dudas y además tenía pruebas de ser el hijo de Dios.

Los changeling de este mundo (impostores) son obra del diablo. Él es el changeling por excelencia. Se presenta como ángel de luz, se presenta como el que mejor representa los intereses de las personas, como el que quiere ayudarles. El diablo crea un mundo para las personas y les hace creer que ese es el mejor mundo (él es el Dios de este siglo). En este mundo creado por el diablo, las personas llaman bueno a lo que es malo. Obviamente el diablo no podría hacer esto si no fuera con el consentimiento de las personas. Y es que las personas también tienen instintos, necesidades, deseos, sueños, propósitos, etc., pero sin saber qué es lo mejor. El diablo, más sabio y poderoso que el ser humano lo manipula para sus propósitos. Por eso quiso hacer lo mismo con Jesús.

El diablo, fiel a su naturaleza manipuladora y acostumbrado a buscar sus fines a través de las personas, se acerca a Jesús para confundirlo, para engañarlo, para usarlo, para embaucarlo, esto es, presentarse como amigo de Jesús y ayudador en los propósitos y metas que Jesús tiene. Porque el diablo domina más cuando está en las sombras, como el poder detrás del trono.

si eres hijo de Dios… si eres el hijo de Dios… si eres el Hijo de Dios

El diablo quiere ver los documentos de identidad de Jesús. Con que eres hijo de Dios, con que te acaban de nombrar hijo de Dios, muéstrame ahora qué puedes hacer. El diablo tiene un concepto del significado de ser hijo de Dios. Curiosamente, las personas compartimos más los puntos de vista de Satanás que los de Dios. Porque a través de todo el Evangelio, líderes religiosos, entre otros, le andan pidiendo a Jesús que demuestre claramente su identidad a través de milagros y pruebas indubitables.

El diablo piensa con las siguientes ecuaciones:

Hijo de Dios ≠ debe pasar hambre
Hijo de Dios ≠ debilidad
Hijo de Dios ≠ postergar necesidades personales
Hijo de Dios ≠ pasar cosas malas
Hijo de Dios ≠ sin auxilio divino
Hijo de Dios ≠ sin reinos
Hijo de Dios ≠ sin gloria

Hijo de Dios = poder
Hijo de Dios = todas las necesidades satisfechas
Hijo de Dios = atrevido
Hijo de Dios = ayuda inmediata de Dios
Hijo de Dios = todos los reinos de la tierra

Satanás no piensa en los medios. No piensa en Dios y su voluntad. No considera el propósito de Dios. No considera las necesidades más profundas del ser humano. No teme a Dios. No le da el honor a Dios, sino que se centra en el ser humano.

Jesús sabía quién era él y además, conocía a su Padre celestial. ¿Conoces al Padre celestial? ¿Sabes quién eres? Jesús vivía de acuerdo a las siguientes convicciones, que son principios de vida:

1. No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios
2. No pongas a prueba al Señor tu Dios
3. Adora al Señor tu Dios, y sírvele solamente a Él.

¿Son éstas también convicciones de nosotros? ¿Expresan nuestra vida estas convicciones?

Si le prguntamos a Dios, si somos su hijos, ¿qué contestaría el Señor? Diría: "Este es mi hijo amado"?

domingo, 10 de octubre de 2010

La biografía autorizada de Jesús: De tal palo, tal astilla

En Julio de este año estuve en Oaxaca, México. Ellos tienen allí algo que llaman el árbol del Tule. He traído unas fotos para hacernos una idea. Leamos la leyenda que tienen a la par del árbol: Edad, más de 2,000 años; grosor más de 50 metros; altura 42 metros. Realmente es un árbol impresionante. Lo que a mí más me impresiona son los dos mil años que dicen que tiene. También en esa región de México tienen ruinas de palacios de los jefes indígenas que datan de hace más de dos mil años. Eso también me impresionó: caminar en las ruinas y sobre ruinas de pueblos que han vivido allí por miles de años. Y todavía, los descendientes de esos pueblos continúan viviendo allí. Esa conexión entre el presente y el pasado, esa conexión entre una comunidad antigua y una presente me impresiona sobremanera.

Con el árbol se hacen varias analogías en la Biblia para enseñar verdades del reino de Dios. El cristiano o justo es como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo y su hoja no cae, cuando se aparta del mal y medita día y noche en la Palabra de Dios (Salmo 1).

En el árbol que es Jesús, los cristianos somos ramas que debemos estar unidos al árbol para llevar fruto (Juan 15).

Con el árbol hoy en día se alude a los antepasados, se dice, árbol genealógico. ¿Cuál es su árbol genealógico? ¿Hasta qué generación conoce usted de sus antepasados? ¿Qué tan importante son los antepasados de uno? ¿Qué tanto la identidad de una persona está ligada a sus antepasados?

Jesús sería un total desconocido para nosotros sin su árbol genealógico. Otra manera de decirlo, el desconocimiento actual que los cristianos tienen de su maestro es resultado de desconocer el pasado de Jesús. Pasado alude a tiempo. Esta es una dimensión importante del pasado. Pero pasado también alude a personas, comunidad, a un pueblo, a una estirpe. Me alegra que aquí haya extranjeros y personas que han tenido experiencia viviendo como extranjeros en otro país. Porque una de las maneras más fáciles como comenzamos a hacernos conscientes de nuestra identidad como pueblo, cultura y comunidad es cuando tenemos que vivir en medio de una cultura diferente. “Desahuciado está el que tiene que marchar a vivir una cultura diferente” dice la canción.

La pertenencia a una familia, a una comunidad, a un pueblo son conceptos que han venido perdiendo su importancia en nuestro mundo individualista. Y seguramente esta es una de las razones del desconocimiento que los cristianos tienen de Jesús. A él no se le puede conocer, sino se conoce a su familia, a su árbol genealógico.

Puede sonar un poco aburrido eso de árbol genealógico. Seguramente por eso pocos leen la genealogía de Mateo 1:1. Sin embargo, en Mateo 1 tenemos raíces que transmiten una sabia de vida. La genealogía de Cristo no es solamente suya, también la es de todo verdadero cristiano. Gálatas 3:29 lo dice: “Si ustedes pertenecen a Cristo, son la descendencia de Abraham y herederos según la promesa”.

Tres Significado de la genealogía de Cristo

1. Dios se identifica con un pueblo y su historia. La encarnación no es un mito, sino una historia. No comienza con la concepción virginal, comienza con el llamamiento de Abraham. No es un accidente, Dios tiene control de la historia.
2. Jesús se manifiesta como un transformador de valores y realidades humanas. El hecho de ser judío no elimina la realidad de que haya no judíos en sus antepasados. En una cultura patriarcal, en donde el hombre es el que transmite la bendición, en los antepasados de Jesús las mujeres son protagonistas.
3. Jesús, quien no es solamente hijo de David y de Abraham, sino que también es hijo de Adán (Lucas 3:37), rompe con los engendramientos meramente humanos (él mismo no es engendrado por intermediario humano) y a partir de él, habrá engendramientos que no son por voluntad de varón, sino de Dios (Juan 1:13). Marcos 3:31-34 nos explica las bases de una nueva humanidad, de una nueva familia, de un nuevo pueblo, de un nuevo reino.

¿Quién es Jesús?

Es el hijo de Abraham y el Hijo de David. Es la explicación del significado y propósito del llamado de Abraham y es la realización de la promesa hecha a Abraham: en ti serán benditas todas las familias de la tierra.

¿Quiénes somos nosotros?

Hay dos planos de la existencia e identidad de las personas. En esta vida, hay que confesar a Cristo y confesarnos cristianos. Sin embargo, hay que saber que cuando decimos, “creo, Señor”, tenemos que añadir inmediatamente, “ayuda a mi incredulidad”. Porque, en el otro plano, en la presencia de Dios, Jesucristo es el que nos confiesa delante del Padre celestial, cuando nosotros le confesamos en la tierra. La confesión que Jesucristo hace a favor de nosotros es lo que somos. “Tú me has dicho quién soy. Tuyo soy”.

viernes, 8 de octubre de 2010

La Palabra salió venciendo y para vencer

Es interesante darnos cuenta del poder de las palabras. Hace años se publicó un libro con el título: lo que dices, recibes. Hay quienes enseñan que hay que confesar las cosas positivas para recibirlas. La psicología nos ha enseñado que la repetición de juicios negativos sobre nuestros hijos va a producir consecuencias graves en su desarrollo emocional. Piense en el poder que tienen las siguientes palabras pronunciadas por la persona correcta en la ocasión correcta: yo los declaro marido y mujer. O cuando Marta Polo dice: voy a dictar sentencia… caso cerrado.

Hay personas que han visto el poder de las palabras como algo mágico y que funciona automáticamente. A este respecto el libro de los Hechos tiene una historia a la vez cómica y atemorizante: “Algunos judíos que andaban expulsando espíritus malignos intentaron invocar sobre los endemoniados el nombre del Señor Jesús. Decían: “¡En el nombre de Jesús, a quien Pablo predica, les ordeno que salgan!” Estos lo hacían siete hijos de un tal Esceva, que era uno de los jefes de los sacerdotes judíos. Un día el espíritu maligno les replicó: “Conozco a Jesús, y sé quién es Pablo, pero ustedes ¿quiénes son?” Y abalanzándose sobre ellos, el hombre que tenía el espíritu maligno los dominó a todos. Los maltrató con tanto violencia que huyeron de la casa desnudos y heridos” (Hechos 19:13-16). El poder que tienen las palabras no funciona automática y mágicamente. Ellas dependen de las personas que las pronuncian y el contexto de las mismas.

Esto es enseñado en la historia bíblica por otra narración de manera tanto positiva como triste. En el contexto de promesa y pacto que Dios venía desarrollando con Abraham y su descendencia, la bendición prometida no se cumpliría en cualquier descendiente (digamos, Ismael, hijo de Abraham), sino que la bendición prometida sería recibida a través del descendiente escogido por Dios. En ese contexto, Isaac, hijo de Abraham, quiere pasar la bendición prometida a su hijo primogénito Esaú. ¿A quién más le iba corresponder sino al hijo mayor? Sin embargo, Rebeca, la esposa de Isaac, y su hijo menor, Jacob, engañan a Isaac. Jacob se hace pasar por su hermano Esaú e Isaac, erróneamente desde su punto de vista, bendice a Jacob pensando que es Esaú. Para ellos (aunque no necesariamente para nosotros), esta bendición oral era definitiva y era irrevocable. Cuando el engaño es descubierto, es demasiado tarde. “Al escuchar Esaú las palabras de su padre, lanzó un grito aterrador, y lleno de amargura le dijo: ¡Padre mío, te ruego que también a mí me bendigas!... Y Esaú insistió: ¿Acaso tienes una sola bendición, padre mío? ¡Bendíceme también a mí ¡Y se echó a llorar” (Génesis 27:1-40).

Pero el ejemplo de ejemplos, y modelo de modelos es Dios. La palabra de Dios sí es poderosa, porque Dios es poderoso. Él dijo y así sucedió. Dios creó los cielos y la tierra por medio de su Palabra. Este es el poder por excelencia. El poder de Dios se muestra no en su fuerza física, sino en que Él logra las cosas “con solo hablar”. Por eso dice la Escritura que Jesucristo vence a su enemigos con la espada afilada que sale de su boca, con esta espada herirá a las naciones, y los enemigos son exterminados por la espada que sale de su boca (Apocalipsis 19: 11-21). Por esta palabra poderosa Dios da vida a los muertos y llama las cosas que no son como si ya existieran (Romanos 4:17).

Considérese los siguientes dos pasajes que hablan del poder y efectividad de la Palabra de Dios:

Isaías 55: 10-11

Así como la lluvia y la nieve descienden del cielo, y no vuelven allá sin regar antes la tierra y hacerla fecundar y germinar para que dé semilla al que siembre y pan al que come, así es también la palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo deseo y cumplirá con mis propósitos.

Hebreos 4:12

Ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón.

Qué gran sorpresa es escuchar, entonces, de labios de Jesús, que la palabra de Dios que es sembrada por el sembrador, puede ser robada por el diablo de los corazones de las personas, que esta palabra no da fruto en personas que no tienen raíz, que las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida ahogan la palabra de Dios (Lucas 8:4-15; Mateo 13). ¿Pero cómo? ¿Y qué pasó con el poder de la Palabra de Dios?

Qué gran sorpresa es saber que la palabra de Dios a veces parece totalmente débil ante la voluntad de las personas. Este es el significado de las frases “aunque miren, no vean; aunque oigan, no entiendan”. En este sentido el Evangelio de Mateo lo expresa mejor, porque explica que la Palabra es robada por el diablo porque las personas no entienden. Y termina diciendo que las personas que dan fruto son las que entienden la palabra.

Los mares y lo vientos obedecen al Señor porque ellos no tienen conciencia; no tienen nada que entender. Pero con el ser humano, cuando Dios habla, tiene que entender. Si no entiende, no puede responder.

Los del camino, son personas, dice Jesús. La característica de un camino es que no es buena tierra para ser sembrada porque la tierra está demasiado pisoteada, o se han puesto ladrillos, y pasan demasiadas cosas por el camino que no dan el tiempo suficiente para que germine y crezca la semilla. Nuestros caminos modernos están asfaltados, se ha echado piedra en ellos, o se ha puesto concreto. Además, ¡tienen muchos huecos¡ En un camino uno siempre está de tránsito, uno no vive en el camino sino que va. El camino es un medio y no un fin.

En la vida moderna hay personas que son literalmente un camino para otras. Piense en el trabajo de la operadora del 113, los cajeros de los bancos, los call centers, o lo que comúnmente llamamos una pata en algún lugar, y hay hasta doctores que son un camino y se comportan como tal. Hace unos meses llevamos a mi hija al doctor. Mi esposa y yo nos quedamos admirados que la examinó como 30 segundos nada más y en base a eso nos dio toda una explicación de qué era lo que tenía. Era un genio ese doctor.

La gente que es camino no tiene tiempo para meditar, para entender, para profundizar. Lo quieren todo rápido. Todo automático, todo preparado.

Los que son piedras deben entender que a menos que la palabra penetre y eche raíz no se va poder permanecer. Que la alegría momentánea de conocer al Señor debe traducirse en una vida de perseverancia para estar de pie ante las pruebas.

Los espinos deben de entender que la vida cristiana no es compatible con otras vidas: preocupaciones, riquezas y placeres.

¿Qué clase de terreno es usted?

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Pastor de CCEB y Profesor del Seminario ESEPA. Ver más información en www.esepa.org