Una distinción que tiene muchos beneficios en la vida es aquella entre los medios y fines. Reconozcamos desde un principio que hay algo de arbitrario en esta distinción o algo de particular y contextual en el asunto. En un momento dado o en cierta situación, algo puede ser considerado un fin y otras veces un medio, o considerado así por otras personas.
Tomenos un ejemplo. Un automóvil generalmente es un medio (de transporte) y no un fin; pero hay algunos que los coleccionan (lo manejan solamente para exposiciones) o sea, es un fin. Supongamos que alguien se casa para formar un hogar y ve el matrimonio como un punto de llegada, es decir, un fin. Habrá alguien que se haya casado "por interés", es decir, el matrimonio tenía un fin ajeno a la naturaleza del matrimonio (conseguir una ciudadanía por ejemplo).
¿Qué tiene que ver esto con el cristianismo? Considero que se manifiesta una verdadera confusión acerca de los fines y los medios en la vida cristiana. Pensemos en el tema del servicio. Una vez Pedro preguntó: Nosotros lo hemos dejado todo, ¿qué recompensa tenemos? (Mateo 19:27). ¿Quién dijo que servir a Cristo es un medio para alcanzar un premio?
Este tema del premio o recompensa está emparentado con este otro de la gloria de Dios. ¿Por qué Dios tiene que ser enfático de que no compartirá su gloria con nadie y que nadie tiene de qué gloriarse porque todo lo hemos recibido de gracia? Porque el ser humano no tiene imaginación para salir de este esquema maldito de obra/recompensa, mérito/premio. Recibir gloria por algo que uno es o hace es recibir un premio. Por eso Dios no acepta tal cosa. Lo contrario es el gozo, el disfrute y el deleite de conocer al Señor, de servirle, de seguirlo, de ser su hijo.
El placer es nuestro, la gloria es de Dios. El placer de conocerle, el placer de tener nuestros pecados perdonados, el placer de ser sus hijos, el placer de servir en su obra, el placer de ser parte de su iglesia, el placer de evangelizar, el placer de haber sido invitados a trabajar en la viña. La gloria por nuestro conocimiento de Dios es de Dios. La gloria por nuestra salvación es de Dios. La gloria por nuestra santidad y buenas obras es de Dios.
El placer es nuestro, la gloria es de Dios.
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- sadrac
- Pastor de CCEB y Profesor del Seminario ESEPA. Ver más información en www.esepa.org
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