Jesús termina esta parábola diciendo el que el que tenga oídos que oiga. O sea, la invitación es a entender y obedecer la parábola. ¿Qué significa esta parábola?
En la interpretación que Jesús da de la parábola se hace claro que él está hablando de la palabra del reino de Dios. También identifica esta palabra como los secretos del reino de los cielos. Esta palabra sobre el reino de Dios es sembrada en los corazones de las personas por el sembrador que es Jesús. Que el sembrador salió a sembrar es un hecho histórico. Que la palabra de Dios o palabra del reino de Dios está siendo predicada es una realidad. La siembra de las buenas noticias del reino de Dios tiene que ser hecha en los corazones de las personas. Lo nuevo de Mateo 13 es que esta semilla/palabra está siendo predicada en parábolas que nadie entiende (en sentido inmediato y superficial, ni por los discípulos, ni por las multitudes), pero en realidad y en sentido profundo, sí está siendo entendida, por unos más (los discípulos) y por otros menos (las multitudes), como se explicará en la parábola del sembrador.
Podríamos decir, que es la realidad de la predicación/siembra descrita en el párrafo anterior lo que genera la parábola de Jesús. O sea, él no está contando la parábola para afirmar el hecho histórico del sembrador, de la acción de sembrar y de la predicación o esparcimiento de la palabra de las buenas nuevas del reino de Dios. Esto es prácticamente asumido en la parábola y es lo que provoca la parábola. Porque la parábola quiere enseñar que cuando la palabra es sembrada en los corazones de las personas, pueden ocurrir muchas cosas, que aquí son resumidas en cuatro. Pero, todas están relacionadas con un hecho fundamental y es, entender la palabra de las buenas nuevas del reino. La pregunta de los discípulos de por qué Jesús habla a las multitudes en parábolas, en ningún momento quiere decir que a ellos no les habla en parábolas, ni significa que ellos sí están entendiendo las parábolas.
Porque lo que aquí tenemos es una relación dialéctica entre forma (parábola) y contenido (los secretos del reino de Dios). El contenido es escatológico, es nuevo, es lo más importante, es lo que somos invitados a entender, porque es lo que dará fruto, lo cual es la meta esperada del trabajo del sembrador. Es este contenido el que los profetas y muchos antiguotestamentarios anhelaron ver y oír. Pero digo que es una relación dialéctica porque no se puede separar el contenido de la forma. El reino de Dios es una parábola, es un acertijo, es un enigma, es un misterio. Pretender que Jesús hable otro lenguaje más directo, más claro, más literal, más concreto, más racional, etc., es pedir una señal, es pedir que también se revele al mundo además de hacerlo en Galilea, es pedir que se tire del pináculo del templo, es pedir que baje de la cruz y que se ayude a sí mismo. La parábola del sembrador nos ayuda a entender el reino de Dios y su eficacia histórica en esta compenetración de contenido y forma del mensaje.
Corazones errantes
Cuando la palabra de Dios es sembrada en un primer tipo de corazones ocurre que no se entiende y el enemigo roba inmediatamente esa palabra. El enemigo no puede detener al sembrador, no puede evitar que la palabra sea esparcida y sembrada. El enemigo no puede cambiar o influir en la buena nueva que es la palabra. Pero sí puede robar la palabra, hacerla inútil, porque trabaja no en el sembrador, ni en la palabra, ni en la acción de sembrar o predicar, sino porque trabaja en el terreno, en el corazón, en las personas.
Precisamente esa es la razón por la cual estas personas y su corazón son llamadas un terreno que son camino. No entienden la palabra de las buenas nuevas del reino de Dios. ¿Qué significa no entender? En realidad aquí entender no significa el problema puntual de no entender lo que le están diciendo a uno (la forma). Aquí el sentido es más profundo y esto lo sabemos por la comparación que Jesús está haciendo entre estas personas y un camino. La palabra o buenas nuevas del reino de Dios son un camino y apuntan al único y verdadero camino. Yo soy el camino dijo Jesús. ¿Qué sucede cuando dos caminos compiten entre ellos? Esto es, si hay dos, tres, cuatro, o cinco caminos y usted viene hablando de otro (las buenas nuevas del reino de Dios), las personas tienen que decidir cuál camino seguir.
Estas personas son caminos en su corazón porque ya conocen un camino o varios, ya han decidido qué camino seguir, ya tienen sus tradiciones, sus valores, sus estilos de vida, su religión, su manera de ser y pensar, ya tienen sus moldes u odres viejos, ya saben, ya entienden. Cuando la palabra del reino es sembrada en los corazones de estas personas, estas personas no entienden. ¿Qué es lo que no entienden? Que hay caminos que al ser humano le parecen correctos, pero su fin es la muerte. No entienden que ancho (por ser muchos) es el camino que lleva a la perdición y que solamente el camino del reino de Dios lleva a la vida.
¿De dónde han salido tantos caminos? No de Dios ciertamente. El ser humano los ha inventado con la asesoría gratuita, voluntaria y oportuna de Satanás. Desde el huerto del Edén, Satanás es el asesor personal de cada ser humano y le susurra al oído lo que debe pensar. Por eso el Señor dice mis pensamientos no son vuestros pensamientos. Así es como Satanás roba la palabra del reino que es sembrada en estos corazones. Estos corazones no entienden que las palabras del reino de Dios son palabras de vida y no de muerte. Que son las únicas palabras que llevan a la vida. Están tan acostumbrados a caminar por los caminos de este mundo, que no pueden imaginar caminos nuevos por los cuales andar. En realidad, prácticamente no tienen oídos para oír.
Corazones superficiales
Hay otro grupo de corazones que cuando oyen la palabra del reino de Dios la reciben con gozo. Son los mismos corazones del grupo anterior, porque, ¿quién no se ha desviado por su propio camino? ¿Quién no ha tenido a Satanás por padre? ¿Quién no ha comido del árbol del conocimiento del bien y del mal? La diferencia es que estos corazones entienden algo de la palabra del reino de Dios. Este entender, los lleva a abrazar el nuevo camino y lo hacen con gozo. Pero estos corazones no han entendido dos cosas: la necesidad de odres nuevos para poner el vino nuevo y las implicaciones del andar por el camino que es Jesucristo. Lo primero Jesús lo llama falta de raíz y lo segundo, tribulación y persecución por causa de la palabra del reino de Dios.
Estos corazones no tienen raíz. Tal vez nunca la han tenido. Una vida sin reflexión es bastante común. Pero, aparte de eso, la falta de raíz es la falla en profundizar en el significado de la palabra del reino de Dios. La palabra del reino de Dios no es solamente un camino nuevo, un vino nuevo, una nueva doctrina, una nueva enseñanza, una nueva manera de vivir, etc. Es un nuevo nacimiento. O sea, es una nueva vida. De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es. El cristianismo no es un medio o camino para alcanzar las mismas metas o fines que ya nosotros teníamos o tenemos. Al contrario, es una nueva vida, una nueva creación. La palabra del reino de Dios no es un medio para alcanzar un fin. Es el fin. Busquen primeramente el reino de Dios y su justicia. ¿Para qué? Para nada. Esa es la vida: buscar el reino de Dios.
El recibir y entender la palabra del reino de Dios significa saber que la vida nueva en Jesucristo no es sin luchas, oposiciones, tribulaciones y persecuciones. Esta parte no fue entendida por los corazones sin raíz. No puede existir raíz en los corazones de piedra. Están endurecidos. Se necesita un nuevo corazón. Uno de carne. Uno en donde el Espíritu de Dios pueda escribir su voluntad en nosotros. Las personas con corazón de piedra, oyen la palabra, la reciben con gozo, pero no se dan cuenta que tienen un problema fundamental. Necesitan un cambio de corazón. El cristianismo no es un barniz, una mano de pintura, un broche de oro a una vida moralmente buena, un cambio de religión, un cambio de amigos. La persona que sigue a Cristo sin un cambio de corazón, tarde o temprano volverá atrás. Algún hermano dejará de saludarlo, algunas canciones serán aburridas en el culto, alguna palabra será demasiado dura de soportar, alguna demanda de Dios será demasiado pesada para cumplirla. Volverá atrás porque la olla de carne en Egipto le parece más adecuada en este momento que el camino por el desierto. El plato de lentejas es mejor que la primogenitura.
Corazones divididos
Hay otro grupo de corazones que son un terreno tan fértil que no solamente la palabra de Dios encuentra cabida sino también la mala hierba. Podemos ver una progresión en estos terrenos/corazones: los corazones que son camino, que son corazones errantes porque siempre andan vagando en sus caminos, ni siquiera permiten que la semilla sembrada germine. Los corazones que son piedras, que son corazones superficiales por tener escasamente tierra, permiten la germinación y crecimiento de la semilla. La reciben con gozo, pero no dura. No hay raíz. En cambio, los corazones que son espinos, que son corazones divididos, permiten el crecimiento y el desarrollo de la palabra de Dios. Ellos aman la palabra de Dios.
El problema es que estos corazones divididos aman también al mundo y las cosas que están en el mundo. Son como Salomón que amó a Jehová, pero al final de su vida, terminó amando las cosas que Jehová aborrecía. Conocen a Dios y creen en Él, pero también tienen otros dioses. Tienen dos señores y pretenden servir a los dos. Estas personas están entre dos amores. Son corazones divididos. Los negocios de la vida y el amor por las riquezas, dice Jesús, ahogan el fruto de la palabra de Dios. ¡Qué palabra más actual! Ahogar.
A algunos nos están ahogando las deudas. A otros nos ahogan las presiones del trabajo. A otros nos ahoga un esposo o esposa dominante. A otros nos ahogan los hijos. A los hijos los ahogan los padres. La escuela ahoga a los padres y a los estudiantes con tanta pedidera. Algunas iglesias ahogan a sus miembros con tanta demanda de actividades, de servicio y de ofrendas. Si algo hace el mundo de hoy es ahogar a las personas. Con tanta experiencia de ahogamiento, los cristianos deberíamos darnos cuenta cuándo y cómo los negocios de esta vida nos preocupan demasiado, al punto que están ahogando la palabra de Dios. Porque quién no necesita trabajar, estudiar, comprar, vender, viajar, etc., etc. Pero eso debe ser puesto en su debido lugar: son medios y no fines.
Las riquezas engañan dice Jesús y al engañar, ahogan la palabra de Dios. La riqueza es un concepto relativo al contexto en donde uno vive y otras cosas más. Por eso las personas deben decidir sobre el referente de la palabra rico. Independientemente de la cantidad asignada a la palabra rico, esas posesiones materiales cobran vida y engañan a las personas. Tienen su propio discurso y su propia lógica. Sobre todo se convierten en fines y no en medios. No se puede servir a dos señores. No se puede servir a Dios y a las riquezas. Las riquezas ahogan la palabra de Dios. ¿Qué tiene que ver la palabra de Dios con los malles (de mall en inglés)? Los malos deseos de la naturaleza humana, el deseo de poseer lo que agrada a los ojos y el orgullo de las riquezas son las cosas que no debemos amar.
Es tiempo de decisiones. Escojan hoy a quién van a servir, dijo Josué al pueblo, pero mi casa y yo serviremos a Jehová.
Corazones entendidos
Hay corazones que son buena tierra. Entienden la palabra y dan fruto. Estos corazones no son diferentes a los corazones anteriores. Son los mismos. Pero hay algo que hace la diferencia. Estos entienden la palabra de Dios. Por entenderla, el diablo no puede robarla. Por entenderla, hay raíz. Por entenderla, las cosas de la vida son puestas en su debido lugar. Por entenderla, hay fruto en abundancia. Aunque son los mismos corazones, el resultado no es el mismo. La diferencia está en oír y entender.
Este entendimiento no es el superficial de captar lo que le dicen a uno. Es el entender profundo y verdadero. Si a usted le explican que el carro que maneja no tiene frenos, y usted decide viajar a Caldera por la carretera nueva, usted no ha entendido. Este es el significado de entender. No es solamente captar lo que se dice, sino decidir de acuerdo al contenido, de acuerdo al mensaje. Si usted encontró un tesoro enterrado en un campo, ¿qué hay que hacer? Comprar el terreno. Si usted es mercader de perlas y encontró una perla de gran precio, ¿qué hay que hacer? Vender todo lo que tiene y comprar esa perla. Si usted sabe que Jesús es el Hijo de Dios que murió por usted y lo llama o la llama a seguirle, ¿qué hay que hacer? Seguirle. Si Jesús tiene toda autoridad en el cielo y en la tierra, ¿qué hay que hacer? Obedecerle.
Jesús no especifica en esta parábola el fruto que produce la palabra de Dios que es sembrada en nuestros corazones. Pero por el Nuevo Testamento sabemos que son frutos dignos de arrepentimiento. El fruto es dar de gracia porque hemos recibido de gracia. El fruto es perdonar porque hemos sido perdonados. El fruto es amar a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. El fruto es amar a los niños, a los más débiles, al pobre, al necesitado. El fruto es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. El fruto es ir por todo el mundo sembrando la semilla de la palabra de Dios. El fruto es llegar a ser sembradores. Sembrador de amor.
¿Entiendes lo que lees?
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- sadrac
- Pastor de CCEB y Profesor del Seminario ESEPA. Ver más información en www.esepa.org
saludos profesor, su comentario es muy enriquecedor, yo de esta parabola había entendido que toda la responzabilidad recaía en el sembrador o predicador de dar a entender claramente la palabra, pero ese ejemplo de la carretera a Caldera aclara un poco más mi perspectiva de este pasaje.
ResponderEliminarDios te bendiga.
Gracias Ayuda Comunitaria en Puntarenas.
ResponderEliminarDicen que quien entiende es quien puede llevar a la práctica lo aprendido. No solamente creer en la mente que se ha etendido, sino, demostrarlo. Esa es la idea de entener la Palabra de Dios.