Hace unas semanas conversaba con un muchacho de 22 años y me decía que él no cree en el matrimonio. El tiene novia, pero lo que quería decir es que no está planeando casarse. Supongo que sus planes son “juntarse”. Hoy en día hay muchas personas con esta manera de pensar. No hay duda de que el matrimonio tiene mala prensa. Hay una novela y canción por allí que se llama “hasta que el dinero nos separe”, lo cual es una frase que se burla de la afirmación con que terminan las ceremonias matrimoniales, la cual es, “hasta que la muerte los separe”.
Pero la experiencia actual de las personas también da testimonio de un gran aprecio por el matrimonio. ¡Hay gente que aprecia tanto el matrimonio que se casa más de una vez! Y no lo digo en broma. En el programa de televisión llamado Sábado Gigante se exponía el siguiente caso. Una pareja de adolescentes se había enamorado, pero a los 18 años se separaron porque sus padres se oponían a esa relación. Cada uno, años después, formó un hogar y tuvieron hijos. Al tiempo, estas parejas se divorciaron. Pero durante todos estos años, ellos no tuvieron contacto, vivían en países diferentes. Y después de 36 años, luego que habían criado a sus hijos y éstos estaban grandes, se volvieron a contactar, y siendo divorciados, se reencontraron en el programa de don Francisco y decidieron casarse.
Es cierto que los divorcios crecen en número, pero eso es posible solamente porque la cantidad de matrimonios también crece. O sea, apelar a la experiencia que vemos alrededor para hablar de una crisis en el matrimonio es una media verdad. Lo que está en crisis es la falta de significado y propósito que tienen las personas el día de hoy. El estado matrimonial no es un fin en sí mismo. Esto es una confusión. Esta confusión empezó con la iglesia católica que elevó al matrimonio como uno de sus sacramentos. Lo cual significa que se le otorga eficacia espiritual al matrimonio. El matrimonio debe tener una finalidad, un propósito, un significado. Esto es así porque la vida humana también tiene un propósito y un significado. Y ese propósito y significado no están en nosotros mismos.
La gente que rechaza el matrimonio, lo hacen porque creen que Dios no existe, o si existe, que a Dios no le importa si hay matrimonio o no lo hay. Que Dios es un Dios práctico. Que la filosofía de Dios es que si funciona está bien. El problema de este razonamiento está, no en lo que dice, sino en lo que no dice. Como dice la canción de Ricardo Arjona, el problema no es lo que dices, sino lo que callas. Este razonamiento calla que generalmente el propósito de quien lo dice es una relación egoísta centrada en el yo, en mis deseos, mis necesidades, mis metas, mis sueños, mis logros, etc., y no centrada en Dios. No digo centrada en la otra persona, sino digo, centrada en Dios.
El matrimonio no es una relación privada. No es una relación que involucra solamente a dos personas. Ese razonamiento es falso. Es una ilusión. El matrimonio es un contrato que se hace entre dos personas pero tiene que ser público. Además, se contraen obligaciones que no involucran solamente a las dos personas, sino que a la sociedad entera. Por eso es que el estado tiene la autoridad de vigilar el funcionamiento de este matrimonio. Aún si no se ha hecho el contrato legal del matrimonio, la ley provee recursos para las uniones de hecho. Porque la relación de pareja no es un asunto privado, no consiste solamente en lo que a mí me parece o lo que a mí me conviene.
Cuando una pareja comienza a convivir, pueden tener la ilusión de que ellos conforman un mundo completo e independiente. Pronto saldrán de esa burbuja, cuando vengan los hijos y haya que llevarlos a la escuela, o cuando haya que comprar una propiedad, o cuando haya que pagar impuestos, etc. De igual manera las personas pueden llegar hasta un matrimonio civil y ni siquiera pensar en un matrimonio “por la iglesia”. Es cierto que el ser humano tiene la prerrogativa de vivir su vida sin tomar en cuenta a Dios. O sea, puede morir alejado de Dios. Pero la cita con San Pedro (como canta Sabina) llega tarde o temprano.
El matrimonio religioso significa que no solamente existimos las personas y la sociedad. Que la humanidad no es la única habitante de este planeta. Que también existe Dios. Que el ser humano no es un ser autónomo. Que hay un creador al cual tenemos que dar cuenta tarde o temprano. Que nuestra vida sobre la tierra debe involucrar nuestra relación con Dios, porque de otra manera no va estar completa. Que lo que hacemos como pareja también le importa a Dios.
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- sadrac
- Pastor de CCEB y Profesor del Seminario ESEPA. Ver más información en www.esepa.org
Excelente comentario!!!!Definitivamente ya los valores y el verdadero significado del matrimonio se ha perdido,es importante que entendamos que en toda decision que tomemos Dios debe ser el primero especialmente si es la decision de casarse.Siempre he creido que el matrimonio consta de 3:Dios, el hombre y la mujer.Y que no es deshechable,es una decision muy seria y solo guiados por Dios se sale adelante.Bendiciones!!!!
ResponderEliminarQuisiera agradecerte por ofrecer el primer comentario en este blog. Ojalá Dios tenga una bendición para los primeros así como la tiene para los postreros.
ResponderEliminarMe gusta mucho el articulo y lo veo como una llamada de atención en cuanto a valores cristianos perdidos y que no debemos perder, coo lo es mantener un matrimonio. Soy partícipe de que el matrimonio se debe cuidar, presevar, hacer crecer y en tiempo de crisis y separación, restaurarlo como podamos porque debe ser, para toda la vida, ya que el Señor nos indica que lo que él une no lo separe el hombre. Pero siempre me ha inquietado esto ¿serán todos los matrimonios unidos por el Señor?, porque sin anímo de juzgar a nadie a veces vemos matrimonios que si no fuera por el libre albedrío, creo que Dios, no los permtirían, ya que atentan contra los principios cristianos que debe mantener una unión matrimonial, como el respeto, la fidelidad, la confianza, el darse el uno al otro en un 100%, etc. Pero une Dios entonces estos tambien?. Gracias y que Dios le bendiga.
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