Agenda de Sadrac

  • Sadrac predica todos los domingos en la Comunidad Cristiana el Bosque a las 5 p.m. Templo de la Iglesia Bautista China en Zapote.

martes, 3 de noviembre de 2009

¿A qué dedica Dios su tiempo libre?

El trabajo de pastor de ovejas no siempre ha sido apreciado por la sociedad. Este punto se ve reflejado también en la historia bíblica. Por ejemplo, cuando Jacob y su familia, en total 70, descendieron a Egipto, José menciona que “los egipcios detestan el oficio de pastor” (Génesis 46:34. Todas mis citas son de la Nueva Versión Internacional). Si avanzamos casi dos milenios en la historia bíblica, y pensamos en la visita de un ángel del Señor a los pastores anunciándoles que “hoy les ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor” (Lucas 2:11), muchos comentaristas nos dirán que “los pastores, como una clase social, estaban bajo condena por los rabinos judíos, porque estaban necesariamente alejados de los requerimientos religiosos, y su manera de vivir hacía que la observancia estricta de la ley, fuera imposible”.[1]

Sin embargo, la figura del pastor de ganado vacuno y ovejuno, es constante en la Biblia y llega a niveles máximos de valoración. Por ejemplo, cuando Faraón le pregunta a los hermanos de José, es decir, a los patriarcas de Israel: “¿En qué trabajan ustedes?” Ellos respondieron: “Nosotros, sus siervos, somos pastores, al igual que nuestros antepasados” (Génesis 47:3). Otro ejemplo es Moisés. Moisés es una figura tan importante en Israel en el tiempo de Jesús, que para los líderes religiosos de Israel solamente hay una alternativa: o Jesús o Moisés. Pero este Moisés, antes de ser el instrumento humano de la liberación de Israel y el instrumento humano que dio la Ley al pueblo de Israel, tuvo que ser entrenado en la escuela del pastoreo de ovejas por 40 años en el desierto, cuidando el rebaño de su suegro Jetro (Éxodo 3:1).

David fue el rey por antonomasia en Israel. Pero cuando lo buscaron para ungirlo como rey, estaba “cuidando el rebaño” de ovejas (1 Samuel 16:11). Fue precisamente este entrenamiento como pastor de ovejas lo que le dio la valentía y destreza para derrotar al gigante Goliat (1 Samuel 17). Para Dios, los líderes de Israel, líderes políticos y líderes religiosos debían ser pastores, y así los llama Dios en Ezequiel 34. Allí, Dios les reclama a los líderes de Israel que ellos se pastorean a sí mismos: “Ustedes se beben la leche, se visten con la lana, y matan las ovejas más gordas, pero no cuidan el rebaño” (Ezequiel 34:3).

Pero, la valoración más alta del trabajo del pastor, viene cuando la Biblia proclama: “El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes pastos me hace descansar. Junto a tranquilas aguas me conduce; me infunde nuevas fuerzas. Me guía por sendas de justicia por amor a su nombre. Aún si voy por valles tenebrosos, no temo peligro alguno porque tú estás a mi lado; tu vara de pastor me reconforta. Dispones ante mí un banquete en presencia de mis enemigos. Has ungido con perfume mi cabeza; has llenado mi copa a rebosar. La bondad y el amor me seguirán todos los días de mi vida; y en la casa del Señor habitaré para siempre” (Salmo 23).

Con razón Jesús afirma “Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas” (Juan 10:11).

Por todo esto, yo sugiero que el ministerio pastoral es el ministerio de Dios. Cuando los pastores hacemos el ministerio pastoral, como Dios lo hace: amando a la iglesia hasta el punto de dar la vida por ella, cuando lo hacemos de esa manera, nos parecemos un poco a Dios. Jesús dijo en una ocasión, “no me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros” (Juan 15:16 RV). Yo creo que los pastores debemos decir lo mismo: la iglesia no me eligió, yo elegí a esta iglesia para amarla, alimentarla, y cuidarla.



[1]Vincent, Marvin Richardson: Word Studies in the New Testament. Bellingham, WA : Logos Research Systems, Inc., 2002, S. 1:iii-269

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Pastor de CCEB y Profesor del Seminario ESEPA. Ver más información en www.esepa.org